Polémico, provocador y escéptico, Kim Ki-Duk era amante de anteponer la expresividad corporal y el poder de la imagen sobre la palabra. Cineasta creador de controversias al exteriorizar la realidad de manera abrupta y poética en sus obras.
Por: KARLA MIRANDA
La singular manera de contar sus historias a través de violentos visuales con una fuerza narrativa impresionante, dejando de lado el lenguaje verbal y optando por el corporal, hacen de su obra un estilo único y preponderante. Considerado representante del cine de vanguardia, Kim K-dak es el director que pone los nervios a flor de piel.
El cineasta es oriundo del norte de Gyeongsang, en Corea del Sur, nació en 1960 y comenzó su carrera cinematográfica en 1993 como guionista de A Painter and a Criminal Condemned to Death. Sin embargo, es en 1996 que logra debutar como director al filmar el largometraje Crocodile debido a que consiguió un contrato con la compañía Joyoung Films.
El origen de Kim Ki Duk
En su adolescencia, Kim KI-duk estudió agricultura, de la cual desistió y comenzó a trabajar en fábricas. A la edad de 20 años realizó su servicio militar en la marina, lugar donde nació su pasión por la pintura y el deseo de estudiar bellas artes en Francia. En 1990 decide ir a París para estudiar y aunque la falta de solvencia económica pudo ser un obstáculo, esto no lo detuvo y logró sobrevivir pintando y vendiendo retratos en las calles de la capital francesa.
Su viaje de estudios a Fracia cambió el giro en sus ganas de estudiar artes. El país codiciado por los sedientos del arte, y donde se inventó el cinematógrafo, le abrió al cineasta surcoreano un panorama diferente, fue en aquel lugar en el que el director de 3-Iron vería por primera vez una película.
Después de sus estudios en el país galo, Ki-duk regresó a Corea para realizar sus primeros trabajos de cine, debido a que no tuvo formación académica, lo hizo de manera empirica y autodidacta. Lo que no fue impedimento para que los críticos, cinéfilos y el público en general centraran su atención en.
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Su trabajo en el cine coreano
La mayoría de las películas de Kim KI-duk giran alrededor de temas como la misantropía, la fría soledad, el fracaso en el amor, la incomprensión social y tabúes culturales, a los que se revela, crítica y quebranta en cada una de sus películas, al narrarlas con su peculiar estilo, con personajes marginados, melodramáticos, que con frecuencia son llevados a la violencia corporal, así como a la producción de sugestivas y duras escenas carentes de diálogo para provocar al espectador.
El trabajo cinematográfico del director surcoreano ha sido tanto censurado como premiado en diversas ocasiones. Recientemente, en 2013 y 2014, estrenó dos películas bastante polémicas: Moebius y One on one, respectivamente. Con la primera tuvo que hacer uso de la autocensura, al modificar 21 escenas para poder estrenarla en su país.
El filme retrata la vida de una familia coreana donde se da el incesto. La esposa esta trastornada por el alcohol y los celos que siente por su marido infiel, al que intenta castrar. Su intento se ve frustrado y comete la brutal hazaña contra su propio hijo. Debido a las imágenes y a lo controversial del tema, la película pudo ser exhibida en el festival de Cine de Venecia, pero sin derecho a competir.
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One on one narra el cruel asesinato de una joven adolescente. Los sospechosos del homicidio son torturados y golpeados para obligarlos a confesar por alguien más. Una vez más, la violencia excesiva utilizada en las imágenes frías y un argumento salvaje, provocó que la película fuera vetada del Festival de Cannes, anulando su posibilidad de participar por la Palma de Oro.
No todo fue blanco y negro para el también guionista, a pesar de que algunos de sus trabajos fueron rechazados y censurados por importantes festivales de cine, ha logrado saborear las mieles de éxito, al reafirmar su valor artístico, como guionista y director de películas como:
3-Iron (2008)
Historia de un joven que se dedica a hospedarse en casas donde los habitantes se encuentran ausentes; vive, duerme y se ducha en ellas. Pero su vida da un giro inesperado cuando irrumpe en la casa de una ex modelo que es maltratada por su marido. La cinta fue galardonada con el Premio de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica (FIPRENCI) y el León de Plata, en el Festival de Cine de Venecia.
Arirang (2011)
Film en el que Kim interpreta tres papeles diferentes, además, plantea cuestionamientos para intentar entender la naturaleza del ser humano. La cinta participó en el Festival de Cannes 2011 ganando el premio Una cierta mirada.
Pietà (2012)
En 2012, Kim-duk presentó Pietà, considerada su mejor película. Ahí narra la historia de un prestamista, joven y curioso, que no se tienta el corazón para convertir a la gente en deudora. En caso de no poder liquidar la deuda, deben sufrir un accidente para que el seguro se ocupe de ésta. La vida del joven cambia cuando una extraña mujer llega a su vida aludiendo ser su madre.
Pietá ganó el León de Oro, que otorga el Festival de Cine de Venecia, compitió para figurar como mejor película extranjera por la Academia, pero no logró quedar entre las finalistas. Ganó el premio al mejor director en los Asian Film Awards.
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Tras una trayectoria de más 20 años y el mismo número de películas en su haber, deja claro que fue un realizador arriesgado, provocador y transgresor al crear películas difíciles de digerir, cargadas de temáticas que causan revuelo y conmoción a la sociedad. Fue el alborotador incorregible de las emociones del espectador. El creador de poéticas representaciones de la realidad, que muestran el lado más atroz y miserable de la humanidad. Es… Kim Ki-duk.
*Este texto fue publicado en la Edición 12 de K-magazine*