Una mujer de vestido azul con un abrigo floreado danza en el medio de un seco y enorme pastizal. Levanta sus brazos y mueve lentamente sus muñecas al compás de la música extradiegética, su rostro denota frustración, resignación, existe un aura triste a su alrededor. Con esta melancólica escena comienza Mother (2009) dirigida por nuestro director protagonista del mes, Bong Joon-ho.
La historia corre a cargo del director, Park Eun-kyo y Park Wun-kyo, quienes narran la vida de Hye-ia, una madre soltera interpretada por Kim Hye-Ja (Unkind Ladies, kdrama) y su hijo de 27 años, Do-Joon protagonizado por el actor Won Bin, quien también ha sido protagonista de películas como El hombre sin pasado (2010). El distraído y perturbado Do-Joon será acusado de un crimen ocurrido en el pueblo donde reside él y su sobreprotectora madre.
La poca estabilidad mental de Do-Joon lo hace confesarse culpable del crimen pues aparenta ser el último en ver con vida a la víctima, una joven adolescente que oculta un gran secreto. La muerte de la chica revela la carente eficiencia del sistema de justicia para quienes no cuentan con suficientes recursos económicos, la dura vida de la joven y la capacidad de una madre por salvar a su hijo, a pesar de cualquier razón o circunstancia.
La paleta de colores presenta una atmósfera pesada y triste. Llena de grises y azules, los personajes se desenvuelven en un entorno donde la esperanza es lo primero en morir, pues todas las situaciones se tratan de resolver por la vía más rápida, sobretodo cuando intervienen las autoridades judiciales. Con lo cual, Bong Joon-ho hace honor a su reconocida crítica sutil.
A través de una realidad que se convierte en sátira, el director cuestiona los métodos de la ley y el sistema policiaco, pues en ambos casos se decide que lo más “posible y obvio” es que Do-Joon sea el culpable, él estaba en el lugar y vió a la víctima, un testigo externo también asegura haberlo visto en la escena del crimen. Entonces, para qué molestarse en investigar un “caso resuelto”.
Este hecho desata en Hye-ia, una vorágine de emociones que culmina en la expresión máxima de la sobreprotección. Primero desde un sentido muy natural porque cualquier madre haría hasta lo imposible por hacer justicia para su hijo a pesar de los obstáculos y sacrificios que deba realizar. Sin embargo, conforme va desarrollándose la trama mostrará su lado más oscuro antes de aceptar un hecho, comentario o insinuación negativa hacia su hijo querido.
En la mente de la madre
La madre, la protagonista de esta historia y el personaje más complejo de la trama. Las razones del amor y la dependencia entre madre e hijo nunca serán reveladas, pues se pretende que el espectador interprete el nivel de conexión, el pasado tormentoso que los une y los motivos de sus acciones.
“Ella era el punto principal del filme, y una actriz conocida por la audiencia coreana como la estereotípica madre cálida y de buen corazón. Pero, por alguna razón sentí un lado psicótico de ella. Una vez que noté eso, decidí sobre qué hacer esta película: explorar el lado psicológico o los aspectos psicóticos de su personalidad”, dijo Bong Joon-ho a Filmmaker Magazine en 2010.
Quizá una de las características más especiales de este largometraje sean las secuencias donde el tiempo se desdibuja. Presente, pasado y futuro tienen la capacidad de converger en un mismo escenario. Donde un recorrido se convierte en un recuerdo y una proyección de un futuro cercano.
Además de cerrar la historia, irónicamente, con un final bastante abierto. Sin resoluciones verdaderas y con la nula expectativa de liberar el entramado, la mejor solución a los problemas parece ser la resignación y el olvido paulatino.