¿Cómo entender la guerra comercial entre Estados Unidos y China? Parte 2

August 8, 2018
1161
Compartir

Esta es la segunda parte de ¿Cómo entender la guerra comercial entre Estados Unidos y China?, para leer la primera parte da clic aquí. 

Acercamiento entre ambos países

A finales de abril, el primer ministro chino Li Keqiang dijo que “China está dispuesta a negociar con Estados Unidos para resolver este conflicto”, a pesar de las amenazas del presidente Trump por una nueva ronda de aranceles, los cuales, en esta ocasión, afectarían a los teléfonos móviles y computadoras; la respuesta china fue que habría represalias por la nueva ronda.

Sin embargo, ambos países comenzaron un acercamiento a través de diálogos entre delegaciones a principios de mayo. La delegación estadounidense estuvo liderada por el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Steven Mnuchin y la contraparte china, el viceprimer ministro Liu He, cercano al presidente Xi Jinping y máximo responsable de la política económica del gigante asiático.

Durante los encuentros, China aceptó el déficit comercial de Estados Unidos, aunque no en las mismas cifras, ya que los gringos sostuvieron que exportan a China 130 000 millones de dólares pero importan 526 000 millones de dólares, es decir, compran 5 veces más de lo que venden al país asiático. Ese es uno de los principales motivos por el cual Trump comenzó con la guerra y busca que, a través de las sanciones, se negocie una mayor participación de Estados Unidos en las importaciones chinas.

Como les habíamos mencionado anteriormente, uno de los antecedentes es el traspaso de tecnologías y propiedad intelectual entre empresas, el know how (“como hacerlo”), como factor. Este tema, China ha sabido aprovecharlo a través del tiempo, ya que la capacitación y traspaso de tecnología de empresas extranjeras que decidieron establecerse en China ha sido una de las condicionantes desde la apertura económica en 1978. Si estas empresas aceptaban, los chinos compensaban con mano de obra barata y facilidades para la instalación de las empresas.

Por esa razón, China ha pasado de copiar modelos extranjeros a diseñar los propios, y se espera que en 2025, la mayoría de la tecnología mundial esté hecha en China, en su plan “Hecho en China 2025”, una revolución tecnológica liderada por los chinos y la que quiere frenar Trump con sus medidas arancelarias y denuncias ante la OMC.

Lo anterior fue el eje central de las conversaciones entre ambas delegaciones sin llegar a compromisos reales. Aunque Estados Unidos y China se comprometieron a levantar las sanciones, los diálogos no generaban ningún acuerdo entre estos países. Sobre todo porque las demandas estadounidenses fueron calificadas como “injustas” por la contraparte china, al intentar condicionar la política económica china de subsidios y transferencia tecnológica, además de mejorar la balanza comercial estadounidense.

Al no alcanzar un acuerdo con China, Trump reactivó la guerra comercial.

Un segundo paso hacia la guerra



A finales de mayo, Estados Unidos anunció una nueva ronda de aranceles del 25% a “tecnología industrial significativa” lo cual tomó por sorpresa al gobierno chino. La imposición, según Trump, es a productos chinos que violan la normatividad de propiedad intelectual, ya que como lo mencionó en ocasiones pasadas, China se ha encargado de robar la tecnología estadounidense. Estos nuevos aranceles se aplicaron el 15 de junio con la respectiva lista de productos chinos.

Esto sin tomar en cuenta la última reunión entre ambas delegaciones a principios de junio, con el objetivo de paliar la situación y que no escalara, además del compromiso de China por reducir los aranceles en ropa deportiva, cosmética y electrodomésticos con el fin de aumentar la participación de marcas estadounidenses en el mercado chino.

Las negociaciones no fracasaron, pero Trump no quedó satisfecho con los acuerdos, así que no solo anunció los aranceles a nuevos productos chinos sino que advirtió que si China respondía de la misma forma, Estados Unidos continuará imponiendo aranceles. En la nueva lista que entró en vigor el 6 de julio, se incluyen productos como llantas de aviones, turbinas y hasta lavadoras.

China respondió al día siguiente con la imposición de aranceles del 25% por un valor de 50 000 millones de dólares a 659 productos estadounidenses, entre los cuales se encuentran vehículos y productos agrícolas, dos sectores sensibles para este país. La Comisión de Aduanas china comentó que “la medida estadounidense va en contra de las reglas de la OMC y lo acordado en las mesas de negociación”.

La semana pasada Trump sostuvo que “está listo para una guerra comercial total con China” y que aplicará aranceles a todos los bienes que vengan de este país hasta no lograr un acuerdo que beneficie a Estados Unidos.

El enfrentamiento vía aranceles continuará hasta que Estados Unidos cese los ataques o China ceda a los caprichos económicos de Trump, ambos escenarios lucen lejanos y se espera que esta batalla comercial dure unos meses más.

¿Cuál es el propósito de la guerra comercial China versus Estados Unidos?

Al ser Trump quien lanzó el primer ataque a China, su objetivo principal es ejercer presión para sentarse en una mesa de negociación y generar acuerdos para disminuir el déficit comercial con los chinos, el aumento de participación de empresas estadounidenses en el mercado chino y la modificación en la política económica china que permite el traspaso de tecnología entre empresas.

Las peticiones hechas por Trump difícilmente podrán conseguirse. Actualmente, los procesos tecnológicos dependen del trabajo global de varias empresas y son casi inexistentes los productos que están hechos en su totalidad con los materiales obtenidos de un solo lugar o el ensamblado en una sola fábrica. Por ello, las empresas del ramo tecnológico requieren cierta certidumbre de los gobiernos con respecto a sus relaciones con otros países para continuar con su investigación y subsidio de capitales extranjeros.

Uno de los casos que ejemplifica la problemática de esta guerra es el del estado de Michigan, un estado que alberga la compañía Henniges, la cual fabrica productos de sellado de autos y que fue adquirida por una empresa china en 2015. Esa es una de las compañías que le da trabajo a los habitantes de ese estado y a quienes lo único que les importa es que haya trabajo.

Sin embargo, esta guerra también es una paradoja, porque Trump lucha con China por devolverle los empleos a los estadounidenses debido a la fuga de capitales e inversionistas, pero a su vez, genera pérdidas para aquellos que han tenido una buena relación comercial con los chinos.

Además, China no cambiará su política de subsidios (política que también lleva a cabo Estados Unidos en ciertos sectores), ni la política comercial china sobre la instalación de compañías en territorio chino, ni el balance en dos años de la balanza comercial estadounidense.

Poco a poco, la guerra comienza a cobrarse a sus primeras víctimas del sector agrícola que ven reducidas sus exportaciones a China y la decisión de las empresas chinas por no invertir en territorio gringo. Pero quienes más lo van a resentir son los consumidores, quienes verán cómo se encarecen ciertos productos.

Posiblemente haya ganadores en este conflicto y no precisamente serán quiénes están directamente involucrados, sino terceros países que pueden aprovechar la guerra para convertirse en proveedores de China. El ejemplo pueden ser países pertenecientes a la Unión Europea y América Latina.