Películas como El Séptimo Samurái entronizaron la figura del guerrero japonés por su mística del honor y alto sentido del deber. Este código comportamiento no es algo inventado por el cine, sino que detrás de él hay algo más: el Código Bushido.
El Código Bushido era la pauta de comportamiento de los samuráis, una serie de reglas sociales que guiaban la ética y la moral de estos guerreros no solo en el campo de batalla sino en su vida fuera de él.
Literalmente Bushido significa “Camino del guerrero”. El nombre deriva de que a los Samuráis también se les llamaba “bushi”: Bu significa marcial; shi, guerrero y do camino.
No está de más recordar que los samuráis eran artistas marciales con altas habilidades en el arco, la espada y la equitación, quienes ponían sus talentos al servicio del emperador y por ende de la sociedad.
Por eso las artes marciales japonesas como el judo, siguen basando su código moral en los siete puntos del Bushido.
Lo cierto es que este reglamento de conducta era en realidad producto de un proceso formativo en el que los guerreros llegaban a leer muchos tomos y que hoy se resumen en siete puntos más emblemáticos los cuales todavía impactan en la vida de los japoneses.
Sé honrado con tus tratos con todo el mundo. Cree en la justicia pero no en la que emana de los demás sino en la tuya propia. Para un auténtico Samurái no existen las tonalidades de gris en lo que se refiere a honradez y justicia. Solo existe lo correcto y lo incorrecto.
Álzate sobre las masas de gente que temen actuar. Ocultarse como una tortuga en su caparazón no es vivir. Reemplaza el miedo por respeto y precaución.
Mediante el entrenamiento intenso el samurái se convierte en rápido y fuerte. No es como el resto de los hombres, desarrolla un poder que debe ser usado en bien de todos. Tiene compasión, ayuda a sus compañeros en cualquier oportunidad. Si la oportunidad no surge, se sale de su camino para encontrarla.
Un samurái no tiene motivos para ser cruel. No necesita demostrar su fuerza. Un samurái es cortés incluso con sus enemigos. Sin esta muestra directa de respeto no somos mejores que los animales.
Un samurái recibe respeto no solo por su fiereza en la batalla sino también por su manera de tratar a los demás.
El auténtico samurái solo tiene un juez de su propio honor y es él mismo. Las decisiones que tomas y cómo las llevas a cabo son un reflejo de quién eres en realidad: no puedes ocultarte de ti mismo.
Cuando un samurái dice que hará algo es como si ya estuviera hecho. Nada en esta tierra lo detendrá en la realización de lo que ha dicho que hará. No ha de “dar su palabra”, no ha de “prometer”. El simple hecho de hablar ha puesto en movimiento el acto de hacer.
Para el samurái, haber hecho o dicho “algo”, significa que ese “algo” le pertenece. Es responsable de ello y de todas las consecuencias que le sigan.
Un samurái es intensamente leal a aquellos bajo su cuidado. Para aquellos de los que es responsable, permanece fieramente fiel.
Detrás de este código, están las tres principales filosofías religiosas practicadas en Japón: budismo, confusionismo y sintoísmo. Cada una le da una dimensión diferente que en conjunto terminan por conjuntarse en los principios básicos que rigen la vida del guerrero.
Sin embargo, la principal conducta que destaca en este código es el no temer a la muerte, lo cual derivaba en la capacidad para decidir lo íntegro sobre aquello que no es bueno. El no temer a la muerte eliminaba del samurái el margen de error.
Esta habilidad no era posible sin la filosofía budista que sostiene que quien ha llevado una vida recta, renacerá en una vida próxima.
De este nulo miedo a la muerte se desprende que el samurái viviera principalmente por el honor y la rectitud. Por eso cuando un samurái ha perdía una batalla o incluso a su señor, no dudaba en quitarse la vida en un ritual denominado harakiri, en el cual su vida se extinguía desangrada luego de cortar él mismo su vientre.
Cuando decimos que el samurái podía quitarse la vida al perder a su señor, hablamos de la lealtad en su filosofía, la cual toma de la corriente sintoísta, que además le da el sentido patriótico al estilo de vida del guerrero, quien veía en el señor feudal y en el emperador figuras equiparables a una deidad.
Tanto Budismo como Sintoísmo, le daban a la filosofía del guerrero un sentido cercano a su espiritualidad pero era el confusionismo lo que lo aterrizaba en tierra al enmarcar sus relaciones humanas como algo primordial en donde las jerarquías eran importantes.
Aunque los Samuráis tuvieron su esplendor entre 1400 y hasta 1870, su legado moral ha permanecido gracias a este código de conducta.
Durante la época de paz después de la edad media en Japón, los Samuráis se convirtieron en una especie de funcionarios encargados de llevar la vida administrativa de su nación con rectitud.
Si bien esto popularizó su filosofía, no fue sino la literatura en el siglo XVII la que se encargó de promoverla entre la población japonesa quienes la encontraron incluso en libros para niños lo cual la transformó en una filosofía de carácter nacional.
De tal forma los principios como no mentir, actuar con rectitud y no mostrar cobardía se han mantenido en la sociedad japonesa hasta nuestros días siendo parte de su cultura.
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