Las pintoras japonesas han tenido que vivir a la sombra de los hombres durante muchos años, excluyendo de la historia maravillosas obras que han contribuido a construir el mundo del arte como lo conocemos hoy en día.
Por: Ilse Juárez
En la historia del arte los hombres han tenido un lugar protagónico, dejando a las mujeres como las musas que inspiran a los artistas. Retratándolas como las madres o esposas ideales e hipersexualizando sus cuerpos en poses sugerentes.
En particular los artistas japoneses al tener todo un imaginario alimentado por la mítica figura de las geishas y el singular erotismo de su cultura, han marcado una tendencia a mostrar a las mujeres como objetos sexuales.
Es por ello que hoy te traemos a cinco pintoras japonesas que retratan su propia visión de lo que es ser mujer.
Katsushika Oi (1800 – 1866)
Es imposible hablar de artistas japonesas sin mencionar a Katsushika Oi. Artista de Ukiyo-e e hija del reconocido grabador Katsushika Hokusai. Si bien el trabajo de Oi es famoso por sus maravillosos grabados, sus bijin-ga o ilustraciones de mujeres bonitas han sido un parteaguas para el arte japonés.
En su obra, Katsushika Oi nos muestra el día a día de las mujeres japonesas. Desde escenas sencillas de una mañana lavando la ropa hasta representaciones de las aristócratas poetisas japonesas.
En diversas ocasiones se dibujó a sí misma en distintas situaciones, llegando a crear la hipótesis de que su obra es un gran autorretrato de su vida.
Tatsu Hirota (1904 – 1990)
Tatsu Hirota es una de las artistas más trabajadoras de la historia de Japón. Proveniente de una familia muy pobre, Tatsu trabajó muy duro desde los 12 años para convertirse en pintora. Tocó innumerables puertas hasta conseguir que Tekeuichi Seihõ,uno de los pintores más importantes de la era Meiji, fuera su maestro.
Dedicó gran parte de su vida a retratar a las maikos como las dedicadas e independientes mujeres que son, y no sólo como un objeto que los hombres usaban para su propio beneficio.
Tatsu logró reivindicar la pintura de desnudo en el arte japonés, ya que logró que sus pinturas entraran a galerías y colecciones públicas, mostrándonos la belleza de los desnudos femeninos alejada de la simple cosificación de los cuerpos.
Rieko Morita (1955)
Rieko Morita es una maestra de la pintura tradicional japonesa nihonga. Con una técnica impecable, Rieko usa tinta y pigmentos naturales sobre papel de arroz y seda para retratar maikos y geikos.
Las mujeres que Rieko retrata siempre van acompañadas de docenas de flores, que nos recuerdan a los coloridos paisajes de Kyoto. Kimonos y fondos dorados rodean a las hermosas maikos que más allá de ser las míticas mujeres de compañía, Morita las retrata como la personificación de la tradición japonesa.
Frente a la contemporaneidad llena de nuevas propuestas y la fuerte influencia occidental que ha vivido Japón en lo últimos años, Rieko Morita nos muestra la belleza y vigencia que mantienen las maikos, mujeres que cargan el peso de la historia y la tradición.
Leiko Ikemura (1951)
La obra de Leiko está llena de un ambiente onírico y melancólico. En sus acuarelas retrata a mujeres que se desvanecen en el agua, haciendo los rasgos apenas reconocibles.
Su obra se caracteriza por una constante búsqueda y experimentación plástica, donde el ser mujer es uno de los temas principales. Las convulsas pinceladas de sus obras, crean gestos muy dinámicos que se transforman en ambiguas figuras.
Con esto la artista busca representar el cómo fue obligada a dejar la niñez de forma muy rápida y violenta para convertirse en una mujer llena de inseguridades y sexualizada por el mundo.
Takano Aya (1976)
La artista Takano Aya es una pintora e ilustradora, perteneciente a Kaikai Kiki, la compañía y estudio de producción artística de Takashi Murakami. Takano mezcla su fascinación por la animación japonesa con su formación artística, creando mundos llenos de erotismo y un extraño simbolismo.
Los desnudos femeninos que pinta están lejos de ser los exuberantes cuerpos a los que la animación japonesa nos ha acostumbrado. Por otro lado, busca resignificar los cuerpos pre-adolescentes que han sido sexualizados por la sociedad japonesa.
Mujeres andróginas con cuerpos alargados y etéreos son pintadas en escenas de lo más extrañas y surrealistas, ofreciéndonos una ventana a la mente de la artista, donde la sexualidad no se centra en los genitales de los involucrados, sino que nos muestra el lado más espiritual y trascendente del acto.
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Estas cinco pintoras solo son una facción de las innumerables artistas japonesas que luchan en su día a día por tener el reconocimiento que merecen.
Esperamos que en unos años el mundo del arte deje de ser un monopolio de los hombres y las mujeres tengan el lugar que merecen.