El budismo en China tiene una historia repleta de altibajos, pues se enfrentó contra múltiples oposiciones a lo largo de los años. A pesar de ello, logró mantenerse y se convirtió en una de las doctrinas filosóficas y religiosas más importantes del gigante asiático.
No podemos terminar nuestro especial dedicado al budismo en Asia, sin antes mencionar a China. El gigante asiático tiene una relación especial con esta doctrina filosófica y religiosa que, a causa de su origen extranjero, se enfrentó al rechazo del poder político.
A lo largo de los años, la resistencia de la comunidad budista en China logró mantenerla con vida. Esto derivó en toda clase de sincretismos entre el budismo mahayana con otras doctrinas nacionales como el taoísmo y el confucianismo.
Actualmente, el budismo forma parte de la historia y el pensamiento milenario chino. Pero para entender cómo sucedió esta asimilación, debemos regresar a sus orígenes en el país.
Los orígenes del budismo chino son inciertos. Se sabe que la introducción del budismo en el gigante asiático ocurrió durante la dinastía Han (206 aC – 220 dC). Fue a través de misioneros de la India que viajaron por la Ruta de la Seda. Sin embargo, no hay un consenso sobre la fecha exacta.
La literatura antigua también ofrece su propia versión de la llegada del budismo al país. Una de las leyendas más populares relata que el emperador Ming de Han (28-75 d. C.) fue quien se encargó de implementar esta doctrina en China.
De acuerdo con esta leyenda, el emperador Ming tuvo un sueño en el cual aparecía Buda. Al despertar, ordenó a uno de sus súbditos emprender un viaje a la India para traer las enseñanzas de Buda al país.
Aunque no hay un acuerdo sobre su origen, lo cierto es que esta doctrina se enfrentó a un profundo rechazo de parte del pueblo chino. En un inicio, el budismo recurrió al taoísmo para facilitar su recepción, pues la idea del monaquismo (la profesión de monje), promovida por esta doctrina, se oponía a las creencias y tradiciones chinas.
El esplendor del budismo ocurrió durante la dinastía Han (206 aC – 220 dC). Después de este período, la comunidad budista sufrió varias transformaciones. Se fundaron escuelas y se fusionó con otras doctrinas como el confucianismo.
Uno de los momentos más difíciles para el budismo en China ocurrió durante la dinastía Tang, específicamente, en el reinado del emperador Tang Wuzong (840-846). Su aversión a la religión extranjera desencadenó la gran represión anti-budista de 845, que destruyó monasterios, templos y escrituras sagradas.
Después de este oscuro episodio, el budismo chino se debilitó pero logró mantenerse con vida para su resurgimiento en los próximos siglos.
Aunque en China se practica el budismo mahayana, en realidad, esta doctrina se combinó con otras, lo que dio lugar a varias escuelas budistas en el país. Las más importantes son la Escuela Chan y la Escuela de la Tierra Pura.
La escuela de budismo Chan es la más famosa en China. En Occidente se conoce por su nombre japonés, Zen. De acuerdo con esta escuela, la meditación y la cultivación espiritual eran fundamentales para alcanzar la iluminación. Pues, la única vía se encontraba en la mente.
En contraste, la escuela de budismo de la Tierra Pura considera que la meditación no aseguraba la iluminación, por lo que era necesario la devoción a Buda Amitabha. Así, los creyentes podrían garantizar su reencarnación en la llamada Tierra Pura.
Durante la Revolución Cultural en China (1966-1976), se destruyeron monasterios, templos y reliquias budistas. Además, se quemaron escrituras sagradas y los creyentes fueron víctimas de represión, persecusión así como de tortura.
A pesar de ello, el legado material del budismo chino se mantiene vivo en varios recintos sagrados distribuidos a lo largo del país. A continuación, te compartimos algunos de estos lugares, los cuales forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
Conocida también como la “Cueva de los Mil Budas”, este recinto cuenta con más de 400 templos budistas que en 1987 la Unesco consideró como Patrimonio de la Humanidad.
Las cuevas de Mogao se ubican en la ciudad de Dunhuang en la provincia de Gansu, que en la antigüedad era un punto importante de la Ruta de la Seda. En su interior se encuentran santuarios, arte rupestre, esculturas gigantes y escrituras sagradas de un milenio del legado del budismo en China.
Como el budismo, estas cuevas resistieron toda clase de dificultades, desde climáticas y geográficas, hasta bélicas. Además, sufrieron grandes pérdidas después de los saqueos de excursionistas extranjeros, a causa del abandono del gobierno chino.
Al sur de la ciudad de Luoyang en la provincia de Henan, se localizan las grutas de Longmen. Estas grutas están entre las montañas Xiang Shan al este y Longmen al oeste.
Desde el 2000, estas grutas forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Al igual que las cuevas de Mogao, este recinto resguarda toda clase de objetos budistas como escrituras, imágenes, esculturas y pagodas, las cuales se remontan a la dinastía Wei del Norte y la dinastía Tang (316-907).
Estas grutas se sitúan en la ciudad de Datong en la provincia de Shanxi. Este lugar destaca por las cinco grutas hechas por Tan Yao, las cuales albergan esculturas gigantes de Buda de más de 13 metros de altura. Asimismo, poseen expresiones de arte rupestre de los siglos V y VI. La Unesco nombró a estas grutas como Patrimonio de la Humanidad en 2001.
Esta figura es la estatua de Buda más alta del mundo con 71 metros de altura. El Buda gigante de Leshan se talló directamente de una colina ubicada entre los ríos Min Jiang, Dadu, y Qingyi, en la ciudad de Leshan, en la provincia de Sichuan.
Esta estatua se realizó alrededor del siglo VIII. En 1996, se integró como parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
De acuerdo con cifras del Centro de Investigación Pew, en China hay alrededor de 245 millones de budistas, es decir, un 18% de la población total. Una cifra relativamente alta si se piensa en las dificultades que atravesó esta doctrina a lo largo del milenio.
El budismo conserva una relación menos hostil con el gobierno que el cristianismo y el Islam. Aunque el gobierno chino mantiene una política de tolerancia, las escuelas así como las organizaciones, deben enfrentarse a la estricta regulación y la burocracia del Partido Comunista. Un ejemplo de esto es el proceso de licencias de los templos que, en muchas ocasiones, no adquieren la validación legal.
En los últimos años, la comunidad budista se enfrentó a escándalos de corrupción y la constante intervención del gobierno comunista. Sin embargo, la resistencia entre la comunidad budista continúa.
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