Las haenyeo, buceadoras de Jeju, son mujeres que recolectan mariscos en las profundidades del mar de esta bella isla tan solo con un cuchillo y a fuerza de pulmón. ¿Conocemos su historia?
Por Brenda Velázquez
Desde hace siglos, las sirenas de Jeju, como también se les conoce a las haenyeo, se han internado en las aguas marinas con el objetivo de alimentar a sus familias mediante la recolección de mariscos, entre los que se pueden encontrar caracoles, erizos de mar, ostras, abulones, pulpos, por mencionar algunos.
La importancia de las haenyeo radica principalmente en el cómo en una sociedad patriarcal, las mujeres de la isla más grande de Corea del Sur hicieron historia. Al vaivén de las olas del mar y el sonido del sumbisori (silbido al exhalar dióxido de carbono y respirar oxígeno después de salir a la superficie), llegaron a convertirse en símbolo de fortaleza y empoderamiento femenino.
Existen versiones diferentes sobre cómo surge la práctica del buceo (muljil) en la isla, así como la incursión de las haenyeo, buceadoras de Jeju. Asimismo, hay registros de ellas en la literatura de la gran Dinastía Joseon (1392-1910), aunque el buceo pudo haber tenido su origen antes del período de la Corea de los Tres Reinos, por lo que no se puede fechar con exactitud.
El mar de Jeju en tiempos antiguos robó la vida de muchos hombres, dejando viudas a sus esposas en medio de la pobreza. Por tal motivo, estas mujeres debían tomar el rol como jefas de familia y cumplían tanto con los deberes de proveedora, como la crianza de los hijos y el cuidado del hogar.
Tiempo después y debido a los altos impuestos, los hombres comenzaron a emigrar y las mujeres, quienes estaban exentas de pagarlos por no ser consideradas fuerza laboral, tomaron como actividad principal la pesca invirtiendo los roles, pues mientras ellas se encargaban del sustento los hombres comenzaron a apoyar en el cuidado de los hijos.
Cabe destacar que aunque al principio el oficio fue la respuesta a una necesidad imperante y las haenyeo se vieron obligadas a realizarlo, con el tiempo fue por decisión personal. De esta forma se creó una cultura que en la actualidad se busca seguir conservando.
El conocimiento de las haenyeo desde antaño se transmite de generación en generación y la jerarquía está muy bien definida. Las Daessangun son mujeres experimentadas de 80 años o más, pueden sumergirse hasta diez metros y contener la respiración por tres minutos. Ellas enseñan a las Hagun, que bucean de tres a cinco metros, y las Junggun, capaces de internarse a más de cinco metros.
Desde los 5 años, a las niñas se les enseña a nadar, hasta que a los 11 años se les comienza a entrenar para el buceo y cuando cumplen la mayoría de edad, se les reconoce como una verdadera haenyeo, haciéndoles parte de la comunidad. Además, no solo se les enseña la técnica, sino también el conocimiento de los mares, sus ciclos y cuándo son las temporadas ideales para “cosechar”.
Se sabe que antes de la década de los 70 las prendas que usaban eran de algodón, por lo que duraban poco tiempo en las frías aguas. Actualmente usan un traje de neopreno que les permite estar sumergidas durante unas 5 a 7 horas. Además, sus principales herramientas son gafas para bucear, guantes, aletas, pesas, una azada o cuchillo para despegar los mariscos aferrados a las rocas y una red unida a una boya.
Lo que realmente hace fuertes a las haenyeo es su sentido de comunidad. Están conscientes de que la unión es su principal fortaleza ante el peligro del mar y de la tierra, por lo que su estructura se basa en cooperativas, llamadas eochongye. Cada una tiene sus propias normativas; definen las áreas de pesca permitida, los métodos, temporadas y hasta las habilidades y conocimientos necesarios para hacerlo.
Toda actividad de las haenyeo es en grupo, y siempre es una Daessangun quien guía la expedición a los mares, no sin antes reunirse en el bulteok, una curiosa disposición de piedras en círculo con una hoguera al centro, cercada por un muro de rocas para resguardarse del frío y donde se reúnen antes y después de cada inmersión para tomar decisiones y compartir anécdotas.
En la actualidad, cada vez son menos mujeres las que deciden dedicarse a este oficio heredado de generación en generación (la mayoría son ancianas). La práctica cultural de las haenyeo fue inscrita en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO en el 2016 por contribuir a la participación de las mujeres y la conservación del medio ambiente, pues las cooperativas tienen prohibido el uso de tecnologías para evitar el agotamiento de recursos.
Sobre la posible desaparición de esta cultura que se ha convertido en ícono de la mujer coreana dedicada al trabajo y la crianza de los hijos, los factores son diversos, pero el más importante es que las nuevas generaciones ya no están dispuestas a correr el riesgo que supone convertirse en haenyeo. Además, las jóvenes ya tienen la oportunidad de estudiar y desempeñarse en cualquier otra actividad.
Este legado intenta preservarse a través de medidas en beneficio de estas buceadoras de Jeju, implementadas por las autoridades de la isla. Incluso existe el Museo de las Haenyeo (해녀박물관), donde se puede conocer más sobre su historia y el rescate de la tradición del oficio.
Haenyeo, las buceadoras de Jeju, son ejemplos de género e inclusión y se han convertido en símbolo de independencia femenina tanto en la sociedad como en la economía del lugar. Y tú, ¿qué opinas sobre el papel que han desempeñado las haenyeo?
Imagen de portada: Jim Saunders
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