Kodoku es una práctica mágica-esotérica originaria de Japón que junta un sinnúmero de conocimientos, creencias y mitos provenientes de la isla.
Por: Ilse Juárez
Las prácticas mágicas de Japón tienen su origen en onmyōdō, una cosmología esotérica de origen chino que reúne elementos del sintoísmo, budismo y taoísmo.
Esta cosmología se basa en la teoría taoísta de los cinco elementos: agua, fuego, tierra, metal y madera; donde cada uno está relacionado a un planeta. Sin embargo, los japoneses hicieron su propia interpretación de estos transformándolos en tierra, agua, fuego, aire y vacío.
La teoría de los cinco elementos se entiende como manifestaciones energéticas en constante interacción, a diferencia de la alquimia occidental que los percibe como manifestaciones físicas de la materia.
Los practicantes del onmyōdō, conocidos como onmyōji, tenían también amplios conocimientos de la astrología, la alquimia, la astronomía y la herbolaria, y solían usarlos para la adivinación, la predicción del futuro y propiciar la mala o buena suerte.
Estos conocimientos fueron muy apreciados por la corte imperial, así que para el siglo VII los onmyōji pasaron a tener un lugar especial en la corte para dedicarse exclusivamente a trabajar en pro del imperio. De esta forma el onmyōdō dejó de ser una actividad casi exclusiva de monjes budistas con conocimientos del chino, a ser una actividad laica propia de la corte.
Su método de adivinación se basaba en las interpretaciones astronómicas y de los fenómenos naturales. Así los onmyōji decidían, por ejemplo, si era un buen momento para ir o no a la guerra.
Los onmyōji solían usar sus conocimientos para la adivinación y predicción de los momentos de buena o mala suerte, así que cuando observaban que el futuro no era muy prometedor tenían herramientas o prácticas mágicas para propiciar la suerte, como el kodoku.
El kodoku o veneno de gusanos es un ritual usado por los onmyōji para envenenar a la persona que pueda ser la causante de un mal augurio.
La forma de hacer kodoku era introducir muchos insectos en un frasco y esperar a que se mataran entre ellos hasta que solo uno sobreviviera. La geografía de Japón ayudaba a esta práctica, ya que alberga una gran variedad de insectos ponzoñosos.
El insecto sobreviviente se usaba para envenenar y maldecir a alguien. El kodoku servía también para controlar su voluntad. Se cree que los conocimientos sobre estos venenos eran tan grandes que los onmyōji sabían con exactitud el día y la hora en el que el veneno acabaría con su víctima, logrando así que ésta hiciera lo que la corte o los onmyoji les pidieran a cambio de darles el antídoto.
Otro uso del insecto es como amuleto para quien hizo el ritual. El onmyōji debía cuidarlo y alimentarlo, a cambio tendría su protección y la suerte de su lado.
Sin embargo, si quería deshacerse del kodoku tenía que abandonar todas sus pertenencias junto al insecto y quien las recogiera pasaría a tener las propiedades y riquezas del onmyōji . Y si el onmyōji llegaba a abandonar u olvidar alimentarlo, el insecto destruiría toda su casa y su familia.
Estas prácticas y creencias fueron prohibidas en el siglo XIX por considerarse dañinas para el progreso del país, sin embargo, en el 2006 se levantó la restricción.
¿Y tú te acercarías a un kodoku?
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