Si existiera una palabra para describir las emociones incitadas por el arte de la danza sería, pasión. ¿Por qué? porque la pasión es la combinación perfecta entre las expresiones del cuerpo y la música. Algo que sin duda se presenció en el espectáculo presentado por el Festival MIKTA, una experiencia fuera de serie para los amantes de la danza tradicional, en él que más de 3000 espectadores mexicanos disfrutaron del show de Lim Hak Sun DanceWE, una de las compañías más representativas de danza contemporánea y tradicional en Corea del Sur.
Antes de comenzar la función, se contó con la presencia del cuerpo diplomático de la Embajada de Corea, así como del excelentísimo señor Embajador Chun Beeho. Durante su discurso mencionó que el motor de este tipo de festivales es exaltar el intercambio cultural que busca un mayor entendimiento entre naciones, sobre todo entre las que conforman el acuerdo MIKTA (México, Corea del Sur, Indonesia, Turquía y Australia) además de una oportunidad de que en el futuro existan acuerdos que beneficien a todas las naciones y los conviertan en un bloque sólido que pueda competir en el acelerado mundo global.
Posteriormente a las palabras del excelentísimo Embajador las luces se apagaron para dar paso a la famosa coreógrafa Lim Hak Sun, quien deleitó al público con su trabajo influenciado por los rituales chamánicos coreanos, la filosofía oriental del confucianismo, conocida como Munmyoilmu, el Taeguk ( principios del Ying y el Yang) además de elementos únicos de un movimiento dancístico comenzado en los años 70 por la misma coreógrafa, el cual buscaba innovar la danza y bailar desde el fondo de la esencia humana con la idea “bailar a su propia manera y estilo”; es decir, combinar lo tradicional con lo moderno para expresar su sentir ante la sociedad Corea del Sur, por medio de expresiones que evocaran a la naturaleza, principalmente de las aves y las figuras de los arcos, por lo que los brazos de los danzantes emulan este tipo de objetos.
En el segundo Taegyengpu, El baile de la Paz, este baile es una representación de las cortes coreanas. Este número se caracterizó por los movimientos suaves. Los bailarines se trasladaban con mucha gracia y alegría. Un elemento importante de la danza son los trajes tradicionales de la época Joseon. Un número lleno de coloridas sonrisas.
Cheon-do fue un magnifico performance que combina en sí misma la vida y la muerte. Esta obra está basada en el chamanismo coreano y en la idea de que la muerte es un proceso natural de la vida.
Uno de los números más interesantes para la audiencia fue Pumba, este performance de danza contemporánea moderna rompió con lo tradicional de la muestra, demostrando lo sublime de mezcla entre lo tradicional y lo moderno, a partir de seguir los principios básicos de la danza universal. El blanco y el negro le dieron un ambiente de elegancia e irreverencia con movimientos desenfrenados y llenos de fuerza, un momento inquietante durante la función.
Sin duda, el cuerpo de bailarines conformado por jóvenes coreanos entusiastas y apasionados demostraron por qué el pueblo coreano es conocido mundialmente por la gran disciplina que pone en cada actividad que realizan; además de estrechar los lazos de amistad entre dos naciones que a pesar de estar tan lejos comparten el amor por su cultura y los comparten con el mundo.
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