“Mi cuñada me dejó en la casa.La familia me llevó a una habitación. En esa habitación me ataron de nuevo.Cerraron la puerta con llave por uno o dos meses. Cada vez que el chino me traía comida, me violaba… Después de dos meses, me sacaron de la habitación. El padre del hombre chino dijo: “Aquí está tu marido. Ahora eres una pareja casada. Sé amable el uno con el otro y construye una familia feliz “, cuenta Seng, uno de los casos que se exponen en el informe de Human Rights Watch, una organización no gubernamental dedicada a la investigación, defensa y promoción de los derechos humanos.
El 21 de marzo, dicha organización publicó el reporte titulado “Danos un hijo y te dejaremos ir”. Donde se exponen los resultados obtenidos de entrevistas a 37 mujeres de los estados de Kachin y Shan ubicados al norte de Myanmar. Víctimas de trata al ser vendidas como “novias” en China y que lograron escapar de vuelta a Myanmar. En dicho reporte se muestra cómo los gobiernos de ambos países no han logrado detener el tráfico de mujeres y niñas como “novias” para familias chinas.
Entre las historias recopiladas, se expone el caso de Seng, una joven que fue traficada a la edad de 17 años. Seng vivía en un campamento para personas internamente desplazadas después de huir junto con su familia en el 2011 de los combates del estado de Kachin de Myanmar. En 2014, cuando ella tenía 16 años su cuñada le ofreció un trabajo de cocinera en Yunnan, una provincia china vecina. Aunque Seng no quería ir, el buen sueldo y su familia la animaron pues consideraban que era una buena oportunidad. Sin saber lo que realmente le esperaba.
En camino al supuesto trabajo su cuñada le dio medicamento para prevenir el mareo, sin embargo Seng perdió el conocimiento. Cuando despertó se dio cuenta que se encontraba en la casa de una familia china con la manos atadas por la espalda. Fue abandonada. Tiempo después su cuñada volvió para indicarle que debía casarse con un hombre chino y la llevó a otra casa con su nueva “familia”.
Seng fue obligada a ser una esposa, y también se embarazó. Dio a luz a un varón, y ella pidió volver a casa. La respuesta del esposo fue que nadie la detendría pero no se llevaría al niño. Ella planeaba escapar con su hijo y más tarde conoció a una mujer china que la ayudó a cruzar la frontera para volver a Myanmar. Al regresar al campamento y ser entrevistada, Seng confesó tener miedo, y dijo que la familia china haría lo posible por encontrarla.
Historias de otras mujeres traficadas y sobrevivientes
En el informe presentado por Human Rights hay más historias como la de Seng Mai que muestran el gran problema de tráfico de mujeres que existe entre Myanmar y China. Las mujeres y niñas de los estados de Kachin y Shan, en el norte de Myanmar, suelen ser engañadas con promesas de trabajo falsas. La persona que las recluta las acompaña a China y en el camino las víctimas son drogadas. Cuando despiertan se encuentran encerradas en una casa y descubren que han sido vendidas como “esposas” para hombres chinos.
“Cuatro días después llegamos a Fugan… entonces fui encerrada en la habitación. No se me permitió usar el teléfono. Lloré por una semana, no comí nada. Todo lo que pude hacer fue rezar. Después me di cuenta que no tenía opción de elegir… estuve ahí por 4 años”, cuenta Nang Shayi, traficada a los 18 años, tuvo dos hijos en China, solo pudo escapar con su hija y fue obligada a dejar a su hijo atrás.
Las mujeres entrevistadas para el informe comentaron que las familias que las compraron a menudo parecían más interesadas en tener un bebé que una “novia”. Muchas de estas mujeres entendieron esto tácitamente y a otras les dijeron explícitamente que una vez que tenían un hijo podían irse libremente pero dejando al niño o niños. Incluso algunas fueron sometidas a tratamientos de fertilidad forzada.
También dijeron que esperaban la oportunidad para escapar. Algunas corrieron y fueron auxiliadas por la policía china, pero no todas tenían la misma suerte y lejos de ser tratadas como víctimas fueron encarceladas por violaciones de inmigración. Otras pidieron ayuda a extraños y varias se vieron obligadas a dejar a sus hijos, tal como el caso de Nang Shayi.
Casi ninguna de las sobrevivientes se casó de forma legal con el hombre al que fueron vendidas, sin embargo las familias chinas las compraban como “esposas” y se referían a ellas de esta forma. De las víctimas entrevistadas doce eran menores de 18 años, la mas pequeña tenia 14 años; y las demás tenían entre 18 y 64 años.
De acuerdo con una entrevista realizada por la reportera Nazish Dholakia a la investigadora de la división de derechos de la mujer, Heather Barr. Se sabe que con base en los datos obtenidos de la investigación, los traficantes casi nunca son extraños. Estos suelen ser conocidos, amigos e incluso familiares de las mujeres que son traficadas. Los precios en los que son vendidas oscilan entre $3 mil y $13 mil dólares (aproximadamente entre $57 mil y $247 mil pesos mexicanos).
La raíz del problema
La mayoría de las víctimas eran de familias afectadas por los combates en la zona entre el gobierno de Myanmar y la Organización de la Independencia de Kachin (KIO).
Las disputas políticas y étnicas en Myanmar se remontan a la independencia de la Unión de Birmania de Gran Bretaña en 1948 y que en el 2011 causó hostilidades y el desplazamiento de más de 100 mil personas de etnia Kachin y otras minorías que actualmente viven en campamentos.
Este es un conflicto prolongado entre el gobierno de Myanmar y el Ejército de Independencia de Kachin (KIA) y otros grupos armados étnicos del estado de Kachin y Shan. Aunque hay acuerdos de alto al fuego vigentes aún existen conflictos. La Organización de la Independencia de Kachin (KIO) gobierna considerables franjas de territorio y su brazo armado, KIA se ha convertido en uno de los grupos étnicos armados más grandes del país.
Las personas movilizadas luchan por sobrevivir y su desesperación se acentúa ya que de acuerdo con el informe; el gobierno de Myanmar ha bloqueado en gran medida la ayuda humanitaria a las personas desplazadas. Estas personas que suelen vivir en campamentos reciben alimento, pero no el suficiente para evitar el hambre. Quienes viven fuera de los campamentos también se enfrentan a diversos problemas como: la falta de empleo, bajos salarios y barreras para la educación.
Ya que muchos de los hombres participan en el conflicto armado, las mujeres se convierten frecuentemente en el sostén de sus familias. Quienes consideran que no hay otro remedio más que trabajar en China, pues además de colindar con la frontera, hay más ofertas de empleo y mejores salarios.
“Yo era el sustento de mi familia: estaba a cargo de mi madre y tenía que cuidarla. En el campamento de desplazados internos todo es demasiado pequeño y difícil. Entonces, uno de mis amigos me dijo: “En China hay empleos y buenos salarios. Cada mes puedes ganar entre 4.000 y 5.000 yuanes” – Mujer anónima traficada a los 27 años.
Los traficantes se aprovechan de esta desesperación y suelen ofrecer trabajos a través de familiares y amigos. Algunas veces los trabajos son reales, pero otras ocasiones son trampas para vender a las mujeres y niñas como “novias” a familias chinas para vivir bajo una esclavitud sexual.
Desequilibrio de género en China
Por otro lado está la demanda de estas “novias” por parte de familias chinas. Desde 1987, cada año ha disminuido el porcentaje de mujeres en la población de China. Los investigadores estiman que hay entre 30 y 40 millones de “mujeres desaparecidas” en este país, que deberían estar vivas pero no existen debido a la preferencia por los niños y que se agudiza por la política del hijo único vigente desde 1979 y hasta el 2015.
Este desequilibrio de género está dejando a mucho hombres chinos sin esposas. Se estima que para el 2030 el 25% de los hombres chinos en sus últimos 30 años nunca se habrán casado. Es por este motivo que algunas familias deciden solucionar esta escasez comprando mujeres y niñas traficadas.
Tener descendencia es otro factor importante por el cual en China compran “novias”. Las víctimas muchas veces son encerradas, violentadas y abusadas hasta que le dan un hijo al esposo chino. Para algunas esta es su oportunidad de ser liberadas, al cumplir con esto se les permite irse pero son obligadas a dejar a su hijo con la familia china.
“El hombre chino me dijo que tenía que tener un bebé. Le dije que no quería. Él me empujó hacia atrás y me ordenó que tuviera un bebé. Me dijo que normalmente, después de que las mujeres tienen un bebé en China se pueden ir a su casa, tal vez sea así para ti. Por eso decidí tener un bebé con él. El hombre chino me dijo que después de que el niño tuviera un año me podía ir”.- Mujer anónima traficada a los 20 años.
Es difícil estimar el número total de mujeres y niñas que son traficadas como “novias” a China. Pero según la Comisión de Derechos Humanos de Myanmar, y de acuerdo con los datos proporcionados por las autoridades de migración se dice que 226 mujeres fueron traficadas a China en el año 2017. Sin embargo, expertos en el tema dijeron a Human Rights que creen que el número real sea probablemente mucho mayor.
El Departamento de Bienestar Social de Myanmar brinda asistencia a entre 100 y 200 mujeres víctimas de trata que regresan anualmente. No hay estadísticas confiables ya que muchos casos de mujeres desaparecidas no son reportados y algunas víctimas prefieren guardar silencio debido al estigma.
El estigma que sufren las mujeres violentadas a su regreso
De acuerdo con Heather Barr, investigadora, las familias de las mujeres generalmente son felices al tenerlas de vuelta y les brindan su apoyo, sin embargo la respuesta de su comunidad no es así. Las sobrevivientes son culpadas y juzgadas, algunas se sienten tan abrumadas que dejan sus comunidades. E incluso algunas de las entrevistadas comentan que hay víctimas que por vergüenza creen no tener más remedio que quedarse en China.
En cuanto a las medidas tomadas por las autoridades, la investigadora comenta que el tráfico es ilegal en ambos países y hay algunos intentos por detener el tráfico en los dos lados. Sin embargo, las sobrevivientes entrevistadas escaparon por su cuenta y se suele escuchar en las historias contadas que la policía de la frontera es cómplice de estos actos y se ven beneficiados económicamente. En cuanto los familiares que buscaban ayuda para encontrar a sus hijas, hermanas etc. Al buscar ayuda se encontraron con muy pocos esfuerzos por parte de las autoridades de Myanmar y China por recuperar a las mujeres, incluso algunos les pedían un pago para que la policía pudiera actuar.
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