El camino a la élite de Corea del Sur es silencioso. El mundo del fútbol no está acostumbrado a ver campeón a un país asiático. La única vez que ocurrió fue en 1989 cuando Arabia Saudí ganó una Copa del Mundo para menores de 16 años. Ese triunfo ha quedado arrumbado en el olvido, también sus futbolistas. Pero el turno ahora es de los surcoreanos que han cimbrado el Mundial de menores de 20 años y están a un partido de darse un baño de gloria frente a Ucrania.
La discreción de Corea del Sur radica en que no estaba presupuestado que disputasen la final del Mundial Sub-20, jugado en Polonia. Por delante de ellos, estaban los habituales ganadores como los argentinos, italianos, uruguayos, franceses y nigerianos, país potencia en esta categoría. No había buenos augurios. Para jugar la Copa del Mundo tuvieron que clasificarse a la final de un certamen previo, el de Asia, para determinar cuáles serían los dos equipos que podrían jugar. Y el fútbol enfrentó a los surcoreanos contra Arabia Saudí, ambos clasificados al Mundial, aunque la copa y la etiqueta de triunfadores se quedaron del lado árabe.
Pese a eso, la plantilla dirigida por Chung Jungyong no se inquietó demasiado. Las agruras en el equipo aumentaron cuando perdieron su partido inaugural contra Portugal 1-0. El escenario empezaba a vislumbrarse pesimista: tenía que ganar sus siguientes dos partidos contra Sudáfrica y Argentina si no querían pasar a la siguiente ronda sin problemas. Y lo hicieron, batieron a los africanos y a unos argentinos que no supieron parar el vendaval surcoreano.
Existía cierto alivio de tener en el equipo a un futbolista prospecto de figura, Lee Kang In. Es un zurdo que desde los 10 años se mudó de Incheon a Valencia, España, para ganarse un sitio. Siete años fueron suficientes para subir en la jerarquía del Valencia y encontrar su primera oportunidad. En su debut sorprendió por su versatilidad a la hora de jugar desde la banda izquierda. Poco a poco su nombre, difícil de pronunciar a la primera para los narradores, empezó a ser frecuente.
Los analistas empezaron a destacar sus incipientes cualidades: preciso en el toque, un amante del arte del engaño con el balón y con ganas de tirar a puerta. “Si me decían que este surcoreano había nacido en Villa Fiorito (el barrio de Maradona) me lo hubiera creído”, valoró el exfutbolista argentino Jorge Valdano.
En su primer año sumó aún escasos pero meritorios 21 minutos jugados en la Liga española y se colgó la medalla de ganador de la Copa del Rey con el Valencia, pese a no jugar la final por estar concentrado para el Mundial- con sus 446 minutos jugados en seis partidos-. Vio el triunfo de sus compañeros. El mayor valor de Lee no es anotar goles, sino construirlos para los demás.
Corea del Sur derrotó a Japón en octavos de final. En cuartos de final la pasaron muy mal ante Mali al llegar al momento siempre tenso de los penaltis. En tiempo regular habían terminado 3-3. Los asiáticos tuvieron que encomendarse a su portero, Lee Gwang Yeon, que atajó uno de los tiros y terminaron con el triunfo 3-2. Ya con el boleto a semifinales, solo quedaba levantar las expectativas.
En la ronda de semifinales les tocó uno de los equipos favoritos a hacerse con el trono de rey del Mundial, Ecuador. Los sudamericanos se habían coronado campeones en el torneo de su continente frente a Argentina. Las apuestas estaban con ellos, no con los liderados por Lee Kang In, el 10 del equipo. El portero Lee Gwang Yeon tuvo una tarde espléndida cuando todos los tiros ecuatorianos terminaron en el poste o desviados por sus guantes. Era una prueba de supervivencia.
Fue en el minuto 40 cuando Corea del Sur fue poseída por una mezcla del talento brasileño, la audacia alemana y la elegancia de España. Lee Kang In engañó a todo Ecuador con un tiro libre que no fue un rutinario centro al área, sino un profundo y raso pase a Choi Jun, este esperó a que el balón le llegara para pegarle a portería. Un gol sincronizado. Ese 1-0 le valió a Corea del Sur para llegar a la final.
Será el momento de Corea del Sur. Su rival será otro meteórico país que no ha disputado una Copa del Mundo, aunque sea Sub-20, Ucrania. Si existe una idolatría excesiva por Son Heungmin, del Tottenham, por ser uno de los mejores atacantes de Inglaterra y de la propia historia de Corea del Sur, el próximo ídolo de anuncios comerciales tiene como nombre Lee Kang In.
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