“Al llegar a Corea abrí los ojos. Antes sólo estaba ciega de amor. Yo quería todo con él y hasta el momento no he conocido otro que me haga sentir lo que él provocó en mí. Pero fui una tonta, le creí todo. Un año ahorrando para estar con él para que sólo desapareciera sin decir nada. – Soy Carla y así fue como terminó mi historia de amor a distancia”.
Por Aleida Guevara y Galilea Herrera
En la primera parte del especial contamos las historias de algunas chicas que, atraídas por la idea del “oppa perfecto”, navegaron en el inmenso mundo del internet para encontrarse con su “príncipe azul coreano”.
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Ahora, el equipo de K-magazine se adentró a Meeff e indagó en las partes más oscuras de las relaciones por internet para presentarles el otro lado de las historias de amor en los tiempos del Hallyu. ¿Será que a tu oppa no le gustas tanto?
Laura es una estudiante argentina de 15 años, fan del grupo SHINee desde 2013 y seguidora de la cultura pop surcoreana. Se unió a la aplicación Meeff por sugerencias de apps parecidas a Tinder. “Estaba aburrida, quería conocer y platicar con gente de otros países”. Bastó menos de un mes y una mala experiencia con un hombre de 30 años, quien la acosó para pedirle fotos explícitas, para que ella dejara de utilizar la plataforma.
“Es imposible que no te acosen, como en cualquier app para conocer gente. Siempre está la que sólo busca poder satisfacerse sexualmente y si te encuentran linda o de su agrado empiezan a molestar. Aún cuando decís “no”, siguen insistiendo… hasta que los tienes que bloquear”, narra.
Durante una semana nos adentramos en el mundo de Meeff, abrimos un perfil para conocer la dinámica dentro de la app. Lo primero que notamos es que al iniciar la aplicación te sugiere no poner los ID de tus cuentas personales, ya que te puede poner en riesgo, además deja en claro que Meeff no es un servicio para pervertidos. Sin embargo, una vez dentro puedes ver que todas las reglas se rompen como cualquier otra aplicación de citas o para conocer personas.
Personas que realmente buscan intercambiar idiomas como aquellas que quieren otro tipo de relaciones, amistad o noviazgo, hasta los perfiles que navegan bajo un tono sexual. Los perfiles de este tipo son fáciles de identificar. En la biografía dejan claro sus intenciones con las palabras como dirty chat, pervert, open mind en la descripción, y acompañadas de fotos de ellos, nada fuera de lo normal, y otros sin imagen alguna.
“No sé si en la aplicación hay forma de evitar que los acosadores no te escriban, pero sí hay forma de identificarlos. Si tienen eso, la aclaración de pervertidos en su biografía, es mejor rechazarlos. Aunque no hay una opción real para denunciar a estos usuarios”, comenta la estudiante argentina. Pues reportar la cuenta no evita que estos sujetos creen nuevos perfiles.
Hay que ser sinceros, en Meeff debes aceptar las solicitudes para entablar conversaciones con otros usuarios, como lo explicaba Laura. Aunque no siempre sabes sus intenciones hasta que comienzas a intercambiar mensajes con ellos, muchos parecen personas normales hasta que la conversación toma otro tono. Lo primero que algunos hacen es pedir tus otras redes para conversar fuera de Meeff, ya que la sala de chat de la app les resulta muy básica.
“Suena muy cliché pero el cuidado de los datos personales es muy importante en este tipo de aplicaciones”, nos recomienda la adolescente argentina, ya que entregar datos de perfiles alternos o darles acceso a video llamadas, podría brindar más vías de acoso. Una vez fuera de Meeff no hay manera que la app pueda ayudarte, según sus términos de uso.
Carla de 33 años es originaria de Chile. Ella cumplió su sueño de viajar a Corea del Sur, motivada, en un inicio, por reencontrarse con su novio de origen coreano, a quien había conocido cuando él andaba de viaje por territorio chileno.
Carla nunca fue tan fan de la cultura coreana, pero sí lo era de la japonesa. Su acercamiento a Corea se debía a que a su ex novio, chileno, le gustaba ver K-dramas más que a ella; fue ahí donde conoció a los hombres atractivos y de buen vestir que resaltan en estas novelas. Tiempo después conoció a un chico coreano a través de una app. Él estaba de visita en Chile cuando comenzaron una relación que pronto se convirtió a distancia, pues él debía regresar a su país.
“Es perfecto en Chile, pero debes ver si es igual en Corea” le dijeron sus amigas. Su historia con él no tuvo un buen final. “Creo que él conoció otra chica y se confundió. Nunca me lo dijo, sólo es mi sospecha”, nos narra.
“Él quería casarse, tenía muchos planes. Cuando llegué a Corea me dijo que quería verme, me dio a entender que no quiso hacerme daño, que él estaba para lo que yo necesitara”, nos contó con tono de decepción. A pesar de todo, esto no la desmotivó para continuar con sus planes del viaje. De esta manera se embarcó sola por una nueva cultura, dándose la oportunidad de conocer a otros hombres coreanos y descubrir ese otro lado, fuera de la idealización del oppa.
“Primero todo fue como en un drama coreano, todo lindo. Conocí chicos que se veían perfectos, pero las cosas no son tan así. Hay algunos que no son tan caballerosos e incluso son medio raros. Todos tienen segundas intenciones, supongo que al final logran lo que quieren: una aventura con una extranjera”, cuenta Carla
El tiempo que ha pasado en Corea le ha servido para conocer el otro lado de los hombres coreanos, algo que a través de una app no podrías ver. “Acá los coreanos son muy del one night stand. De hecho muchos antes de decirte hola te preguntan: “Fwb??? Hook up !? 1 night, ‘soy algo pervertido ¿te incomoda?’ o te dicen que quieren tener sexo contigo”, agrega.
La imagen que se ha dado a conocer de la cultura Occidental y que dista mucho de la asiática, ha contribuido para que se haya creado un estereotipo sobre las mujeres extranjeras. “Ellos creen que como una es extranjera está dispuesta a todo. Que con las coreanas no pueden hablar de estas cosas y que son complicadas. Entonces se les hace más fácil una extranjera”, puntualiza Carla.
Estel·la Ramírez Martínez, maestra en Asia Oriente por la Universidad de Salamanca, nos comenta que en cuanto a las mujeres extranjeras, en especial las chicas provenientes de América Latina, los hombres asiáticos las despersonalizan, las tratan como un fetiche sexual. Animados porque dan por hecho que la “cultura caliente” de Latinoamérica implica poder presionar a las mujeres a algo sexual.
“Tienden a presionarnos, sin conocernos, para tener sexo con nosotras, aprovechando que saben que recientemente el hombre coreano ‘está muy cotizado en redes sociales’ con el tema del Hallyu”, explica la especialista.
En la primera parte del especial, Estel·la Ramírez nos explicó que en Corea del Sur existe el término “montar al caballo blanco” para referirse a tener relaciones sexuales con una chica blanca extranjera. En coreano literalmente se traduce como baekma tada (백마를 타다), aunque la expresión también puede relacionarse con frases como baekma chuljang (백마출장).
Cuando escribimos en el buscador la palabra baekma (백마), las primeras imágenes que te arroja Google son de mujeres blancas en poses provocativas o con poca ropa. Además, si utilizas la misma palabra, con el hashtag, en plataformas como Instagram, los resultados de la búsqueda te presentan fotos e información relacionada con experiencias sexuales con extranjeras.
Cabe destacar que el uso de esta expresión obedece a una conversación underground, no aceptada abiertamente por la sociedad coreana, ni utilizada con frecuencia, pues sólo la usan las personas que fetichizan a las mujeres extranjeras. Por lo tanto no es aplicable a todos los hombres coreanos.
Para darnos una idea sobre la desinformación, le preguntamos a algunos hombres coreanos su opinión sobre las mujeres latinas. La mayoría usó adjetivos como “calientes” o “sexys” para referirse a ellas. “La verdad, nada más. Los hombres coreanos no conocen mucho sobre latinoamérica”, nos confiesa Min, un administrador que vive en México desde hace 14 años.
El estereotipo de la mujer latina construido bajo un tono sexual se puede ver en las expresiones masivas como el cine y la televisión de Hollywood. “Las producciones cinematográficas actuales han hecho que el rol de la mujer latina vaya ligado a la explotación de la sexualidad y la sensualidad”, escribe la licenciada en Comunicación Social, Jossye Crespo Venegas, de la Universidad Politécnica Salesiana en Quito.
Su tesis gira en torno a las figuras de las actrices Salma Hayek, Michelle Rodríguez y Eva Mendes, grandes representantes femeninas en el cine de Estados Unidos que reiteran la figura sexualizada de las mujeres latinas. Mujeres bellas de cuerpos delgados pero curvilíneos, seguras de sí mismas y que no temen mostrar su sensualidad. Estereotipos que se exportan a todo el mundo por la enorme capacidad de la industria del entretenimiento estadounidense.
¿Por qué confiamos en alguien que no conocemos?, le preguntamos a la profesora de la ENAH e investigadora de relaciones en línea, Sonia Estévez Robles. “La desconfianza aparece cuando ya hubo una mala experiencia, alguien te contó que conoció a un sujeto por internet que nada que ver con su perfil”, nos dice, “pues aventurarse a encontrar el amor y confiar dependerá de las experiencias y el contexto de cada persona”.
Además, la especialista advierte que, aunque la primera intención de las apps no sea violentar a los usuarios, existe gente e intereses que utilizan esa información para hacer daño: acosar, secuestrar, violar. “El contexto en el que vivimos en nuestro país (México) nos obliga a tener mayor seguridad y a no confiar tanto”, concluye.
Sandra es originaria de Chihuahua, tiene 28 años y es licenciada en Relaciones Internacionales. Tuvo la oportunidad de viajar a Corea del Sur sin imaginarse que viviría una experiencia desagradable. Una vez ahí se aventuró en conocer a gente. Por recomendación de unas amigas descargó Tinder y conoció a un “chico lindo” con el que mantuvo contacto alrededor de una semana y media hasta que decidieron citarse.
En el Informe de Criminalidad, presentado este año por Numbeo, Corea del Sur se muestra como el tercer país más seguro de Asia Oriental. En cambio México se ubica en el puesto número 89, mientras que otros países de América Latina se encuentran en los siguientes lugares: Chile en el 73, Colombia en el 84, Argentina en el 102, Perú en el 105 y Venezuela en el 118.
Sandra y el chico de Tinder se citaron en Gangnam, uno de los barrios más costosos de la capital surcoreana. Lo que sería una cena tranquila se volvió una de las peores experiencias que viviría en Corea. Esa noche terminó acorralada en las escaleras de un estacionamiento, mientras aquel joven que dijo tener 25 años, en realidad tenía 21, intentó abusar sexualmente de ella. Para su fortuna, un extraño que bajaba por las escaleras, le brindó una oportunidad para huir de aquel hombre sin que la agresión pasara a mayores.
La joven no hizo el intento por denunciar la agresión que vivió en Corea, simplemente no pasó por su mente hacerlo. “Creo que como mujeres mexicanas, donde nos pasa de todo, nos enseñan a que eso no sirve y aunque Corea es un país donde la policía sí funciona, la repercusión que podría existir contra mí sería aún más grande y no quería que bajo ninguna circunstancia que se retrasara el vuelo de regreso”, comentó.
Corea del Sur está catalogado como un país seguro. Sin embargo, también tiene altos índices de violencia hacia las mujeres. De acuerdo con un informe publicado en enero de 2018 por el Gobierno Metropolitano de Seúl, el 88.5 por ciento de las mujeres encuestadas en la capital coreana afirmaron haber sufrido algún tipo de violencia: física, verbal o sexual, durante sus relaciones amorosas.
El reporte Dating Violence Leads to Domestic Violence After Marriage convocó a mujeres coreanas de entre 20 y 60 años. De las cuales el 54.7 por ciento aseguró haber sufrido violencia sexual, el 61.2 verbal o emocional y 81.6 se enfrentaron a comportamientos controladores por parte de sus parejas.
Lamentablemente Sandrá se encontró con uno de ese porcentaje de hombres coreanos que estereotipa a las mujeres latinas como “chicas calientes” y “dispuestas a todo”. La objetivizó y asumió que tenía permitido transgredirla sexualmente. Respaldado por un estereotipo en su cabeza, en una sociedad donde el acoso y la violencia hacia la mujeres también son cotidianos.
“Realmente puedes denunciar en una comisaría”, nos explica la historiadora española Estel·la Ramírez Martínez. Sin embargo, también reconoce que en países como Corea y Japón se inclinarán por darle la razón a los hombres, sólo por ser nacionales, aunque las mujeres tengan alguna prueba.
“En caso de que pase, lo más importante es buscar ayuda de tu país en un consulado o embajada, si lo ves suficientemente grave”, apunta la especialista en Asia Oriente. Además aconseja a las chicas que ante el acoso sexual o el toqueteo muestren una actitud fuerte, pues ellos no esperan a una mujer segura que se defienda físicamente.
Los estereotipos son “generalizaciones preconcebidas sobre los atributos o características de la gente en los diferentes grupos sociales”, en palabras de los investigadores en psicología James Laird y Nicholas Thomson de la Universidad Clark, Massachusetts. Es decir, ideas y construcciones imaginarias que encasillan a las personas de acuerdo con su aspecto físico, su orientación sexual o su posición económica, por poner algunos ejemplos.
En este caso, los estereotipos construidos a través de las industrias del entretenimiento, encasillan a los hombres coreanos en “oppas” y las mujeres latinas en “chicas calientes”.
Aunque no podemos comparar el acoso que viven las mujeres con el que experimentan los hombres, pues obedecen a situaciones y contextos diferentes, destacamos el hecho de que los estereotipos construidos alrededor de los hombres coreanos a raíz del Hallyu también han sido factores para que ellos vivan cierto nivel de hostigamiento.
Min es un hombre coreano de 31 años. Vive en Guanajuato junto a su esposa coreana, a quien conoció en México. Nunca ha utilizado una aplicación para conocer a chicas extranjeras, su única red social en México es Facebook, donde le llegan cientos de mensajes y solicitudes de amistad de mujeres de distintas edades y con una sola motivación: conocer más sobre Corea.
“Me envían mensajes sin saber nada de mí. Me obligan a enseñarles coreano o quieren que les explique de actores de K-dramas. No todas, pero la mayoría actúan así, sin respeto, como si nos hubiéramos conocido antes. Me utilizan como si fuera un Google para resolver sus dudas, es lo que más me molesta”, nos cuenta Min, quien además confiesa que se ha llegado a sentir hostigado en Facebook.
Explica que no le da mucha importancia a la cantidad de mensajes, aún así responde la mayoría. No le agrada que lo busquen únicamente por el auge del K-pop. Confiesa “me hace sentir orgulloso que se interesen en mi país y por nosotros. Sólo quisiera que muchas no se confundan, piensan con mucha fantasía por los K-dramas. Espero que no crean todo lo que ven. Realidad y fantasía son diferentes. Como las telenovelas de sus países y la vida real”.
Las mujeres latinas y los hombres coreanos son personas más complejas que las ideas generales sobre cómo se deben comportar y cómo se deben ver. Nuestros entrevistados nos dejan ver que, al poner a prueba sus prejuicios sobre el uno y la otra, los ideales se borran. Los estereotipos dejan de existir, ya sea positiva o negativamente.
“Creo que lo más difícil de salir con él, principalmente es el estilo de vida que llevamos. Es decir, factores como el provenir de “Primer Mundo” y “Tercer Mundo” hacen que la realidad de las cosas las veamos un tanto diferentes”, cuenta Dany.
Ella siempre ha sido fan del K-pop y los K-dramas, así fue como se acercó a la cultura coreana. Aunque siempre le han gustado los hombres asiáticos atractivos, reconoce que nunca idealizó una relación con alguno, pues solo le gustaban los hombres coreanos famosos. “Esperaba que él fuera una persona seria, un poco contrario a la personalidad de los mexicanos. Pero no fue así. Creo que es más mexicano que yo”, agrega la joven.
Así como Dany existen cientos de chicas, no solo mexicanas, que han encontrado en hombres coreanos su media naranja. Quienes se enamoraron con base en la convivencia y el entendimiento del otro como persona y no con un ideal en su cabeza.
Para Ximena, una estudiante mexicana de 20 años, la mayor desventaja de una relación a distancia era no poder ver a su novio, a quien conoció en el instituto donde ella estudiaba coreano. Cuenta que los choques culturales son complicados, “aunque claro a veces también son una ventaja, porque aprendes a ver muchas cosas de diversos puntos de vista”. Así, lo mejor de amar a alguien a lo lejos es que “en este tipo de relaciones aprendes a querer a la persona de formas muy distintas”, apunta la joven.
Si se trata de construir una relación de pareja y encontrar el amor ¿no sería mejor buscarlo más allá de los estereotipos, fuera de los ideales, lejos de los fetiches y evitando caer en la ilusión de los tiempos del Hallyu?
Investigación: Aleida Guevara y Galilea Herrera
Diseño: Ángel Cruz y Galilea Casas
Edición: Lucero Santiago y Juan Pedro Salazar
Nota: los nombres de las entrevistadas mostrados a lo largo de este reportaje fueron modificados para resguardar su identidad.
También puedes leer la primera parte de este reportaje aquí:
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