El j-horror irrumpió en las pantallas con un estilo y narrativa nunca antes vista, que posicionó a Japón como un referente obligado del cine de terror. Pero ¿a qué se debe su éxito?
A inicios del siglo XXI, Sadako (Ringu) y Kayako (Ju-on) se convirtieron en íconos del cine de terror y en protagonistas de las pesadillas del público. En poco tiempo, su apariencia e historia se convirtieron en elementos paradigmáticos que abrieron paso al cine nipón en Occidente.
De este lado del mundo, los primeros acercamientos al j-horror se dieron a través de los remakes. Pero esto no limitó la popularidad del cine de horror japonés. El público, ansioso por más historias perturbadoras, dirigió su atención al lugar que dio vida a sus películas favoritas.
Norio Tsuruta (Scary True Stories, 1991), Kiyoshi Kurosawa (Cure, 1997), Hideo Nakata (Ringu, 1998), Takashi Miike (Audition, 1999) y Takashi Shimizu (Ju-on, 2002), ganaron reconocimiento como padres del terror nipón. Sus trabajos encabezaron la época de apogeo del j-horror.
Después del gran recibimiento del público internacional. Japón se convirtió en un referente obligado en el cine de terror. Aunque en la actualidad, títulos como A Tale of Two Sisters (2003) y Shutter (2004), recuerdan que este género no es exclusivo del país del sol naciente. La popularidad y el impacto del j-horror en el cine internacional es innegable. Pero ¿cuál es la fórmula detrás de su éxito?
Japón tiene una larga tradición con el género del terror que se extiende más allá del séptimo arte. Esta relación con lo sombrío y lo perturbador tiene su origen en el sintoismo, la religión autóctona del país. En el pensamiento sintoísta, todos los objetos poseen un alma, pero el descuido y el abandono pueden provocar que el alma se apodere del objeto.
Esta idea también se traslada a la visión de la muerte. Cuando una persona muere y lleva consigo resentimientos o no se le da una sepultura adecuada, podrá regresar al mundo terrenal como espíritu vengativo.
El miedo a que los peores escenarios se vuelvan realidad motivó a la sociedad nipona a mantener un respeto inquebrantable hacia el mundo que los rodea. Al mismo tiempo, originó todo un vasto conjunto de leyendas y personajes que intentaron dar explicación a sus miedos por lo desconocido.
El cine nipón es una extensión y reflejo de su sociedad, por lo que la larga tradición con el terror puede apreciarse en todo su esplendor en la pantalla grande. Elementos del folclore japonés como los yokais y los kaidan constituyen uno de los legados de esta tradición con lo perturbador que trasciende siglos. Además, sirvieron como inspiración para el j-horror.
Los yokais son seres sobrenaturales, desde demonios y monstruos hasta fantasmas y toda clase de espíritus. El origen de estos seres se encuentra en el sintoismo y, particularmente, en la necesidad nipona de explicar la realidad. Por lo que no todos los yokais se les asocia con un espíritu maligno.
Dentro del conjunto de yokais, se encuentran los yurei, fantasmas en sentido general. El j-horror retomó la apariencia característica de los yurei para dar vida a sus personajes más icónicos como Sadako y Kayako. La apariencia de estas fantasmas femeninas destaca por un rostro completamente blanco, cabellera negra, larga y descuidada y ropa blanca. Aunque algunos lo atribuyen al teatro kabuki, en realidad, tiene su raíz en la época Edo. En aquel entonces, la vestimenta funeraria consistía en un kimono blanco, pues en el sintoismo, este color representa pureza.
Mientras que los yokais fueron la inspiración de los personajes del j-horror, los kaidan aportaron a la narrativa de las grandes producciones de terror. La palabra kaidan se conforma de los kanjis kai (raro, extraño,misterioso) y dan (discutir o hablar), este último hace referencia a la tradición oral en la que se transmitían estas historias.
En general, se puede traducir kaidan como historias de fantasmas de japón, aunque en realidad, son historias populares que se remontan al periodo Edo. Aunque el j-horror no es estrictamente kaidan, lo cierto es que el cine nipón retomó elementos de estas historias de fantasmas, principalmente la venganza como eje central. Así como los onryo (subcategoría de los yurei), es decir, los espíritus vengativos como protagonistas de sus historias.
La apariencia física y la sed de venganza de los personajes del j-horror fueron algunos de los elementos que atraparon al público extranjero. Ambos rompieron con las ideas e imagen típica del terror occidental, pero ¿qué otros factores pueden explicar el éxito del cine de horror nipón?
En general, las películas occidentales de ese género responden a un factor sorpresa que busca sacar el grito más estremecedor del público. Todo esto, a través de sonidos estridentes y escenas repentinas que, en ocasiones, caen en el sobreuso y llegar a ser previsibles para el espectador menos experimentado. El j-horror es completamente opuesto, pues hay un desenvolvimiento gradual de la historia que juega con la imaginación del espectador. Cada escena trasciende los límites de la comprensión pero sin abandonar un ritmo intermitente que permite al público experimentar el horror en cada parte de su cuerpo.
La preferencia por lo implícito y el minimalismo son otros elementos que caracterizan a Japón y que son perfectamente trasladables al j-horror. A pesar de la tendencia de este género cinematográfico por lo explícito y lo llamativo, el cine nipón deja la mayoría a la interpretación del público. Por lo que ejecuta exitosamente la frase “con poco, se dice mucho.”
Por otro lado, el j-horror surgió de la oposición de ideas de la modernidad contra la tradición y lo cotidiano contra lo sobrenatural. La dualidad modernidad-tradición no sólo es visible en la adaptación del folclore japonés al cine de horror, también en la influencia que provocó en la sociedad nipona el choque generacional y que se personifica en las historias y seres sobrenaturales. En sentido general, el j-horror logra que las fronteras entre estos elementos se desvanezcan, lo que aumenta la tensión y el miedo. Además, perfeccionó su capacidad de convertir un escenario cotidiano en el abismo más sombrío del ser humano.
Aunque los yokais y los kaidan inspiraron a los personajes del j-horror, sus historias también reflejan problemas sociales como la violencia de género, el acoso y el bullying. Así, el j-horror navega en las profundidades de la mente del ser humano y expone sus lados más oscuros para recordar lo terrorífico que podemos llegar a ser.
Asimismo, el cine de terror nipón invita a reflexionar sobre los excesos y la trasgresión de las normas. Hay un elemento humano que sobresalta y que el espectador internaliza, lo que aumenta la empatía y la sensación de horror. Pues los protagonistas no son simples asesinos despiadados con una sed de sangre insaciable, sino espíritus vengativos con demandas fácilmente justificables.
Aunque el j-horror innovó el género con personajes e historias perturbadoras, lo cierto es que en su momento rozó el sobreuso. El público adquirió rápidamente inhumanidad contra el clásico fantasma femenino con anhelos de venganza.
El j-horror inauguró una nueva ola de popularidad hacia el cine asiático y mostró una forma distinta de hacer cine de terror. Sin embargo, tanto Japón como Asia tienen mucho que ofrecer en este género cinematográfico.
¿Eres fanático del j-horror?, ¿cuál es tu película favorita?
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