Imaginemos por un momento que nunca ha existido Death Note, que Tsugumi Ohba y Takesi Obata nunca realizaron un manga y por lo tanto Tetsurō Araki nunca realizó un anime sobre éste. Entonces en 2017, a Netflix se le ocurre experimentar y de la mano de Adam Wingard (La bruja de Blair, 2016) crean una historia que se llama Death Note.
La historia cuenta como Light Turner (Nat Wolff) un estudiante de preparatoria común, que un día recibe una libreta, cuya principal característica es que al escribir el nombre de una persona, está destinada a morir. Con el poder que tiene en sus manos, Turner se convertirá en “Kira”, una especie de deidad que protegerá a la humanidad de delincuentes y personas que “no deberían de vivir” y que juzgará por decisión propia.
El dueño original de la libreta es un Shinigami (Dios de la Muerte) llamado Ryuk (Williem Dafoe, el actor reconocido por ser uno de los villanos predilectos de Hollywood, quién destaca su actuación), se encargará enseñarle los principios básicos del cuaderno de la muerte.
Mia (Margaret Qualley) es una porrista que paulatinamente se convierte en la novia de Light Turner y que en ocasiones se transforma en la mente maestra detrás de los asesinatos que se realizan con la Death Note. Y finalmente, el detective conocido como “L” (Lakeith Stanfield) y su amigo Watari (Paul Nakauchi), quienes buscan a través de diversos medios derrotar a Kira, al punto de enfrentarse a éste en una secuencia de persecución con ligeros tintes de acción.
La historia que transcurre a lo largo de una hora con cuarenta minutos, tiene un inició lento pero en el transcurso de las escenas se vuelve veloz, lo que hace que el espectador pueda perderse frente a la pantalla. La crítica de los fanáticos como los expertos en cine coinciden con lo que hemos apreciado después de verla:
“Death Note se siente apresurada y forzada. Como resultado, lo que debió haber sido la rendición de Light ante un poder divino se convierte en un abrazo instantáneo, y lo que debería haber sido una persecución prolongada se resuelve con una facilidad embarazosa”.
Jeannette Catsoulis, The New York Times.
Hasta este momento estamos hablando de una cinta de adolescentes con acción, un poco de suspenso y una que otra muerte gore, podría decirse que Death Note cumple como producto para entretener, que tiene buenos momentos pero no deja de ser una película más que no será memorable.
Ahora, veamos la otra cara de la moneda: el manga como el anime Death Note existieron y queesto es una adaptación, ahí es cuando todo cambia…
Remakes versus reboots
Cuando se adapta una historia, no necesariamente debe de ser una copia al material original, por más fidelidad que se le quiera dar, esta sería imposible plasmarla en una película, el manga o en el anime. Situación que hemos visto durante los últimos años con los grandes bets sellers que han pasado de la literatura a la pantalla grande.
Existen dos tipos de adaptaciones, los remakes y los reboots, “un remake es una versión más moderna de una película o serie, es una versión que trata de respetar los orígenes del material original y que cuenta la misma historia pero con mayores efectos especiales u otros directores”. Mientras que un reboot “es el reinicio de todo el material, con otra premisa, otro género, otro tiempo pero con los mismos personajes u otros relativos a ellos”, asegura “Chucho” Calderón Álvarez, crítico de animación y titular de La zona cero, canal de YouTube líder en América Latina en el tema con cerca de 700 mil suscriptores.
Así, la versión de Adam Wingard se trata de un remake, ya que busca respetar el material original, sin embargo, el director no termina por ser claro si trata de alejarse de la versión original creando un universo paralelo donde la libreta cae en Estados Unidos y no en Japón, o si busca generar tantas referencias que esto provoca que el espectador que conoce el material original no termine por entender algunas situaciones.
La historia original (japonesa) sobresale por el juego detectivesco entre Light Yagami y “L” (al menos en el primer arco argumental), a través de una serie de desafíos tanto psicológicos como intelectuales entre ambos personajes.
En la versión de Netflix esto se rompe ya que se presenta a Light Turner como un adolescente más que empieza a conocer su poder y “L” deja de ser el detective más influyente del mundo para convertirse en un investigador que fácilmente puede perder el control de sí mismo.
Uno de los cambios más interesantes es re-interpretación que Adam Wingard genera de Misa Amane (ahora Mia), presentaba una especie de trastorno obsesivo compulsivo hacia Light Yagami, llegando a puntos que podrían considerarse enfermizos siempre obedeciendo las órdenes de Kira.
Mia presenta rasgos que apuntan más a una sociopata, ya que está dispuesta a matar sin tener ningún tipo de remordimiento, además, en ocasiones ponerse por encima de las decisiones de Light Turner.
El veredicto
La cinta de Netflix, dentro de nuestra crítica podemos considerarla como “buena” si lo que buscas simplemente es entretenimiento, pero como adaptación deja mucho que desear. En general, la cinta no es mala, puede resultar llamativa para más de una persona, sin embargo, es cierto que carece de elementos que llevaron al anime original a convertirlo en una serie icónica, cómo el juego psicológico entre los protagonistas. Por lo que si quieres pasar un buen rato la versión de americana es una buena opción, sin embargo, el anime es material imprescindible.
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