Dragon Ball se ha convertido en todo un referente de la cultura pop, por tanto, se podría esperar que la emisión de los capítulos 130 y 131 de Dragon Ball Super se transformaría en todo un acontecimiento de gran interés, sin embargo, en los últimos días ha proliferado una problemática que afecta al anime y en general a la industria del entretenimiento: la piratería.
ドラゴンボール超 | Doragon Bōru Sūpā es un anime producido por Toei Animation cuyo estreno fue el 5 de julio de 2015 en Japón a través de Fuji TV para sustituir la emisión de Dragon Ball Z Kai (ドラゴンボール改 | Doragon Bōru Kai).
Akira Toriyama, creador de la serie original basada en el manga, participó en el guion y diseño de los episodios que han contado con la dirección de Kimitoshi Chioka (One Piece) y Morio Hatano (Saint Seiya Omega).
La historia se desarrolla ocho meses después de los acontecimientos de Majin Boo y a forma de retro continuación de las películas Dragon Ball Z: La batalla de los Dioses (2013) y Dragon Ball Z: La resurrección de Freezer (2015).
Desde el episodio 77 y hasta el tan esperado final (131) se cuenta el arco argumental de “La saga de la Supervivencia Universal”, trata de un enfrentamiento entre los diversos Universos para decidir cuál posee los peleadores más fuertes, siendo destruidos los universos que sean eliminados.
El episodio 130 plantearía la batalla final entre Goku y Jiren para encontrar al guerrero más fuerte de los universos, para ello se organizaron en diversas plazas públicas, así como en bares y restaurantes, las transmisiones de este episodio, así como del 131, el cual se emitirá el 25 de marzo en Japón (24 de marzo en Latinoamérica). Sin embargo, Toei Animation se ha manifestado en contra de este tipo de prácticas ya que lo consideran piratería.
A través de su sitio de Facebook la cuenta de Toei Animation – Latin America señala que:
“Toei Animation no autorizó estas exhibiciones públicas, no apoyamos ni patrocinamos ninguno de estos eventos. Ni Toei Animation ni nuestros títulos endosan o patrocinan a ninguna institución ni partido exhibiendo el episodio no autorizado.
En un esfuerzo por apoyar los derechos de autor y proteger el trabajo de miles de personas y muchos sectores laborales, les pedimos que por favor disfruten nuestros títulos en las plataformas y televisoras oficiales y que no apoyen exhibiciones ilegales que inciten la piratería.”
Según la Encuesta para la medición de la Piratería en México, realizada por la Coalición por el Acceso Legal a la Cultura y el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), 41.9 millones de mexicanos consumieron algún tipo de piratería en el último año con un gasto de más de 20 000 millones de pesos según el reporte.
A principios de la década de los 2000 la televisión abierta disminuyó la emisión de anime, por lo que los consumidores tuvieron que optar por otras opciones, ya que la oferta de canales de televisión de cable como Cartoon Network o Fox Kids era insuficiente, lo anterior, junto a popularidad que estaba teniendo internet resultó ser un campo fértil para la piratería.
Los fans comenzaron a crear sitios para distribuir animes subtitulados bajo el argumento de no lucrar con el contenido, esto llevaría a que diversos establecimientos se dedicaran a la descarga de estos materiales para venderlos en diversos mercados e incluso en convenciones.
A grandes rasgos, estas acciones provocan que las empresas japonesas no inviertan en el mercado mexicano, ya que los únicos que obtienen ganancias con la venta de productos piratas son quienes los venden directamente.
Japón es un país que busca proteger la propiedad intelectual. En octubre del año pasado entró en vigor una ley que le otorga responsabilidad penal de dos a diez años de cárcel y multas de hasta dos millones de yenes a quienes incurran en prácticas de piratería.
Actualmente el combate a la piratería ha llevado a que el gobierno japonés genere algoritmos para localizar los contenidos piratas en la red, incluso existe un área con un “especialista en piratería” que se dedica a infiltrarse en diversos sitios para que se den de baja al ser detectadas prácticas de piratería.
La disminución de la inversión no es algo nuevo cuando de empresas niponas se trata, Nintendo es un claro ejemplo de ello, puesto que desde hace varios años debido a las bajas ventas en comparación con otras empresas, así como a la piratería (se estima que durante 2015 en Latinoamérica el 55% del software era pirata según la Bussines Sofware Alliance), decidió dejar la distribución a manos de una empresa llamada Latamel.
Puedes disfrutar de Dragon Ball Super a través de la plataforma digital de Crunchyroll, si consideras que el costo es muy elevado puedes probar una versión de prueba de 14 días para poder ver el capítulo final y así descubrir si Goku logra salvar al universo 6.
Para la distribución de anime de forma legal puedes optar también por otras plataformas como Netflix o con las distribuidoras de cine como Arcade Media, KEM Media y Mandness o incluso presionar a las televisoras para que vuelvan a distribuir animes nuevos.
La piratería, aunque puede parecer una solución “barata” en realidad termina por afectar a la industria en general tanto en Japón como en México, ya que como mercado nos volvemos menos atractivos y por tanto menos empresas invierten en nuevos contenidos.
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