Diana Badillo
Tengo veintisiete años, once de ellos total y enteramente dedicados a Super Junior. Los cuales podrían parecer poco tiempo para fans con más años en sus fandoms. Sin embargo, hay muchas lágrimas, muchas caídas, muchos anhelos, muchas sonrisas y, sobre todo, demasiada música de por medio para tomarlo a la ligera. De ahí que haya tantas y diferentes razones para poder afirmar que ser ELF se convirtió en la mejor aventura de mi vida.
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Por lo que si toda aventura tiene un inicio, mi historia junto a Super Junior también. Y fue justamente una tarde de octubre del 2009, cuando por un error en la Matrix descargué una de sus canciones a mi reproductor MP3. Era una canción en chino, aunque en ese momento desconocía la diferencia, con ritmos muy particulares que no había escuchado en ningún otro lado, y es así que la magia surgió.
Por lo que a partir de ese momento, sin saber sus nombres, sin conocer sus rostros, y tan solo con escuchar por primera vez Super Girl, de Super Junior M, Super Junior se convirtió en el soundtrack de cada uno de mis días.
Pero el verdadero encuentro surgió meses después, en el transporte escolar de mi preparatoria, cuando los acordes de Super Girl llegaron a mis oídos. Fue un momento muy especial, ya que nunca creí que sabría quién cantaba esa canción y simplemente no podía creer que alguien más la conociera. Así en plena hora pico en el tráfico de la ciudad de Monterrey, sus voces por fin tuvieron rostro.
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Después, una cosa llevó a la otra y terminé en Youtube tecleando once letras en el buscador: Super Junior, las cuales no sabía que se volverían mi mundo entero en las próximas horas. Y es que el dicho de “una vez en esto no hay vuelta atrás” es muy cierto, pues mi emoción era tal que sentía la necesidad de ver todos sus videos musicales, todos sus programas, todas sus fancams y descargar todas sus fotos en mi celular.
En pocas palabras, quería comer, respirar y vivir por Super Junior, quería saberlo todo. Pero nada es tan simple como parece. La vida de un fan del Kpop en esa época no era como lo es ahora, era realmente muy difícil ser fan. Pero, sin duda, quien entraba al fandom era porque verdaderamente quería estar ahí y no por moda.
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Cómo hubiera deseado que tan pronto se lanzarán sus videos musicales estos trajeran subtítulos en mi idioma, o simplemente poder ver de manera legal los programas en los que aparecían y con sus bellos rostros en HD. Sin embargo, nunca tuve nada de eso en mis inicios como ELF.
Esto sin contar que en México ser fan de la cultura asiática te segregaba automáticamente del resto de tu comunidad. Te consideraban extraño y diferente, con una connotación incluso mala. Nunca pasé por esa situación, pero no tenía con quién compartir mis gustos de manera libre y desinhibida.
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En pocas palabras, estos 11 años de amor y dedicación a Super Junior no han sido color de rosa. Pero así son las aventuras: Son sucesos extraños, como mi llegada al fandom; son emocionantes, como cada uno de sus comebacks; son hechos inciertos, ya que nunca sabemos qué esperar de ellos; pero también son algo que te saca de tu zona de confort. Es decir, que te brindan experiencias que de otra forma no tendrías, y te hacen querer llegar más lejos.
De ahí que haga especial énfasis en que estos 11 años no han sido un amor no correspondido. De hecho, diría que todo este tiempo no he sido yo la que le ha dado su vida a Super Junior, porque desde que los conocí son ellos mismos los que me han inyectado esa energía que me faltaba.
Gracias a ellos descubrí la pasión por conocer más del mundo y superarme profesionalmente. Asimismo, me brindó la increíble experiencia de poder contribuir en K-magazine con las personas más talentosas que he conocido en mi vida.
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Y, por si no fuera poco, me regaló las mejores amigas. Personas que estuvieron conmigo en cada uno de mis triunfos, pero sobre todo en cada momento difícil de mi vida. Fueron esa extensión que Super Junior utilizó para llegar a mí de manera tangible, y a las cuales ahora considero mi familia.
Fue gracias al Super Show 5 que llegó a México el 7 de noviembre del 2013, que nuestra amistad surgió, y por ello esa fecha está tatuada en mi corazón. Además compartimos cada concierto en el que Super Junior pisó México, como el Super Camp en Monterrey el 3 de julio del 2016, y donde pude tener a Leeteuk a dos personas de distancia de mí. En esa ocasión estaba tan sorprendida de verlo bajar por las escaleras de mi sección, que grité como nunca y aún ahora me sigo preguntando si de verdad lo viví.
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Juntas también vivimos el Super Show 7 en el cual, aparte de la adrenalina de estar haciendo fila desde las cuatro de la mañana, pude ver una parte de Super Junior que no creí tener la oportunidad de presenciar.
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Así pues, en un momento de la noche cuando Heechul y Shindong paseaban entre las secciones, decidieron detenerse justo frente a la mía. Ahí Shindong se quitó su playera de la selección mexicana de fútbol y la lanzó justo donde yo estaba, por lo que alcancé a agarrarla. Sin embargo, la chica de un costado la arrebató con gran fuerza que golpeó con su lighstick a una niña pequeña, que seguridad había sentado delante de nuestra valla.
Me asusté tanto que olvidé por completo la playera, temía que la niña sangrara o algo parecido, por lo que me acerqué a preguntarle si estaba bien y checar su cabeza. Después, cuando me aseguré que no había pasado a mayores, regresé mi atención al escenario y vi cómo Donghae tenía su mirada puesta sobre nosotras con una cara de obvia preocupación. De esa manera, demostrando su gran corazón, me preguntó a través de señas si la niña estaba bien. A lo que respondí que sí, y a cambio me regaló una enorme sonrisa que iluminó su rostro.
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Si me preguntan, esos han sido definitivamente los mejores tres segundos de mi vida. Mismos que mi amiga grabó y ahora atesoro ese video como muestra que más allá de ser un número en su fanbase también podemos tener rostro.
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Así hay cientos de ELF con mayor suerte que han podido tenerlos más de cerca e interactuar realmente con ellos. Pero el común denominador de ELF siempre contará la misma historia: Cuán grande es la humildad de Super Junior y su atención para con sus fans.
Y es que no es para menos, ya que Super Junior y ELF han tenido un camino complicado a lo largo de estos quince años. Desde rumores infundados hasta las pérdidas de algunos miembros y familiares. Incluso en mis primeros días como ELF, sin siquiera conocerlos lo suficiente, tuve que decir adiós a uno de sus miembros, Hangeng.
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Por lo que sin duda en este fandom las lágrimas y dolor van en el mismo paquete. Como fans compartimos el pesar de cada uno de nuestros miembros como si fuera el propio, por algo nos llamamos Everlasting Friends, Amigos Eternos, y los amigos están en las buenas y en las malas.
Juntos hemos creado las memorias más increíbles, cómo olvidar en mis días como ELF cuando recorrí el centro de Monterrey y mi universidad pegando promocionales de su comeback a diestra y siniestra, o cuando llegaba al salón de computación a reproducir sus videos en todas las computadoras, o cómo cuando con mis amigas nos juntábamos para ver Music Bank o Inkigayo en la madrugada y reproducimos masivamente sus videos musicales.
Como resultado, a ti ELF o no ELF que nos lees, me gustaría decirte lo maravilloso que es el fandom y que a pesar de que pueda haber personas que manchan nuestro nombre siempre seguimos adelante. Nada es perfecto, pero tratamos de mantenernos unidos y apoyando a Super Junior.
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En pocas palabras, nuestro mundo es azul zafiro tal cual nos lo prometieron desde su debut, el 7 de noviembre de 2005, así que no esperes un mundo color de rosa porque ese no es nuestro color. Tanto Super Junior como ELF hemos sido imprudentes, y a veces seguir nuestros propios sueños ha tenido que ser una elección, pero el camino no se termina ahí. Y eso es lo mejor de las aventuras, que son infinitas.
¿A poco no, ELF?