Hablar de Corea del Norte es pensar en leyendas que van desde lo absurdo a lo bizarro, u otras que rayan en lo aterrador… Y no es para menos, si tomamos en cuenta que es una nación que se rige bajo una estricta, polémica y hermética ideología comunista.
Poco es lo que realmente se conoce sobre Corea del Norte. La mayoría de los medios de comunicación lo pintan como un lugar temerario, en el que ocurren hechos fuera de lo “común”. Sin embargo, la mirada de la periodista y escritora argentina, Florencia Grieco, amplía la visión de un país colorido, que pese a sus normas, parece estar más cercano a una película de Wes Anderson.
Más allá de los enigmas, existe un pequeño mundo que con sus tonos pasteles y hermetismo, atrajo a la reportera y la llevó a escribir su primer libro titulado:“En Corea del Norte: Viaje a la última dinastía comunista”.
En entrevista para K-magazine, cuenta que la travesía inició en 2008-2009, cuando se encontraba trabajando como editora del diario argentino Crítica. Años más tarde, motivada por un amigo, decidió emprender su primer viaje a un mundo totalmente ajeno y así comprobar el misterio que rodea a la República Popular Democrática de Corea.
Emprendiendo el viaje
Ingresar a Corea del Norte no es nada fácil. Para ello se debe realizar una serie de pasos. Únicamente se puede entrar a Pyongyang desde Beijing, China; ahí te hacen entrega de los documentos requeridos para viajar: el pasaje y la visa.
Puedes llegar a través de un vuelo que va de Beijing a Norcorea, en un viaje aproximado de dos horas, o bien realizar un traslado en tren de todo un día, que parte de la capital china a la frontera con Corea del Norte. El costo del viaje es de aproximadamente 80 mil pesos mexicanos con estadía de una semana.
El viaje en tren permitió que Grieco pudiera admirar el paisaje que representaba el campo norcoreano, ahí se percató que éste era bastante fértil y rompió con la idea de un país miserable.
“La imagen de Pyongyang es casi la de una película de Wes Anderson con colores; bastante artificial, esa primera impresión que contradecía el sentido común sobre Corea del Norte”.
Se encontró con una Corea que alberga una gran ciudad, bastante urbanización, edificios altos, de colores, que le recordaban más a Europa del Este.
“No era la postal típica de lo que uno se construye. Mi primera impresión fue una contradicción con lo que esperaba ver y con lo que realmente se veía.”
Al año hay sólo 4 mil visitantes occidentales, quienes llegan mediante agencias de viaje chinas que funcionan como intermediario con Pyongyang.
“Es un viaje controlado y organizado por el propio Estado, por lo cual no es un viaje independiente ni libre, está lleno de restricciones y con muy pocas libertades. Pero aún así te permiten ver mucho más del país de lo que uno imaginaría”, comenta.
Flor viajó por primera vez en 2015, en aquella ocasión tuvo la oportunidad de recopilar bastante información, pero le resultó insuficiente, por lo que decidió volver a dicho país. A su regreso trajo más de mil fotografías. Tomó la mayoría de éstas en el lugar y en el momento que quiso, a excepción de cuando le indicaron que no podía hacerlo.
“No se le puede tomar [fotografías] a edificios en construcción, a instalaciones militares y a personal militar. En cuanto a las fotos de los retratos de los líderes y estatuas no se les puede cortar la cara, debe salir la imagen completa. En el interior del país no se le puede tomar fotos a los bueyes que hacen el trabajo de arado en el campo porque consideran que esto podría mostrar una imagen pobre al mundo”.
Verdades, mitos…
Existen muchos mitos que circulan en la web sobre el país del norte de Asia: que si sólo hay una cantidad determinada de cortes de cabello, que si prohíben la religión, que si existen campos de concentración, y un largo etcétera, pero ¿hasta dónde estos rumores pueden no ser ciertos?
Para la escritora, la creación de estos mitos se debe a que el país asiático no da información respecto de sí mismo. No desea que el exterior sepa cómo funciona, ni lo que realmente hay o no en él.
“Existen algunas cosas que sí, son reales aunque a nosotros nos parezcan absurdas, cortes de cabello, vestimenta, siempre a habido ropa recomendada, haciéndoles pensar que son unos buenos ciudadanos socialistas. Eso quiere decir que sería inaceptable que alguien tuviera pelo largo o usara jeans. Por que está fuera de la norma.”
Comentó que los extranjeros no pueden ingresar al territorio con artículos religiosos, y que al ser un país socialista, la religión siempre está al margen. Si hay un culto Norcorea no es a los Dioses, sino a los Kim.
Los campos de concentración sí existen y son llamados campos de reeducación o de trabajos forzados. Siempre han existido y tienen la finalidad de disciplinar a la población. A ellos pueden ir a parar desde ciudadanos comunes hasta representantes del partido.
¿De qué viven en Norcorea?
La incógnita ante el mundo prevalece pese a que algunos documentales, películas, artículos periodísticos, dan cuenta de lo que un régimen comunista puede establecer en su economía y los trabajos que existen.
“Como buen país comunista hasta la caída de la Unión Soviética, en los años noventa, en Corea del Norte los empleos eran estatales, en fábricas, en granjas, en la burocracia estatal, en el ejército, los típicos empleos de un país comunista regido por el Estado”, añadió.
“Pero en los últimos 15 años ha comenzado a surgir una clase comerciante en Pyongyang que estávinculada al comercio ilegal, al contrabando de productos importados chinos. Esta clase comerciante empieza a manejar dinero, a tener poder económico, y es interesante porque con ello ha surgido una clase media que tiene otros consumos, y que está cambiando algunos aspectos de la fisionomía de la ciudad pero también algunas costumbres, porque consume de otra forma: productos chinos como bicicletas eléctricas, autos, ropa importada, paneles solares, y esto uno lo ve en las calles”, comentó.
Esta es una economía semi privada en la que el Estado recibe ingresos en forma de soborno y que representan entre el 30% y 40% de la economía del país, cuenta la periodista.
Así aprovechan su tiempo libre los norcoreanos
Poco se sabe sobre las actividades de ocio de los norcoreanos y siendo una nación tan controlada, y con un régimen tan estricto, es casi inimaginable que la diversión pueda existir para ellos.
“La vida está muy regulada en general, el ocio y el tiempo libre nunca han sido ni un valor ni parte de la vida cotidiana de los norcoreanos, pero en Pyongyang por esta nueva clase media con nuevos consumos, aspiraciones y con dinero, empieza a surgir una industria del ocio desarrollada por Kim Jong Un, en los últimos seis años, mandó construir parques de diversiones, parques acuáticos que promueve el florecimiento de restaurantes privados a donde se va a comer, empieza a haber unos nuevos consumos ligados al ocio para esa clase media que los puede pagar, lo cual es interesante porque es algo que no existía”, afirmó.
¿Sin Internet?
En esta nación, la posibilidad de navegar en la red es prácticamente una misión imposible, debido a la poca flexibilidad del Estado norcoreano. Para los occidentales mantenerse informados a través de la web, estar conectado en diversas redes sociales, y realizar actividades de ocio es prácticamente una habitualidad.
“Es una de las experiencias más raras, a las que menos estamos acostumbrados los que viajamos a Corea del Norte… No sólo uno queda desconectado del mundo, los llamados internacionales son muy caros y únicamente se pueden hacer estando en el hotel; en Pyongyang, en el interior donde yo estuve, no era posible, la desconexión allí era total”, explicó.
“… Al principio es muy incómodo, pero después te vas librando de esa costumbre, de esa adicción y empiezas a funcionar como se funcionaba antes de que hubiese internet, es interesante para uno como extranjero, pero para los norcoreanos que no tienen internet y dependen de los medios estatales y oficiales para conocer e informarse, no hay una distancia crítica, nunca pueden salir ni ver todo eso desde otra perspectiva”, afirmó.
¡Los guías turísticos son jóvenes universitarios!
A muchos de nosotros nos sorprenderá saber que los guías turísticos son en realidad universitarios que estudiaron para ello, y no personal estrictamente del Estado. La periodista contó que ser guía de turistas en Corea del Norte es una profesión muy codiciada, porque es de las pocas que les permite acceder al mundo exterior, además de tener el privilegio de aprender inglés y tener contacto con personas que no son norcoreanas.
Flor describe a estos chicos como “una nueva generación de jóvenes norcoreanos educados que siguen siendo leales al régimen pero que tienen nuevos intereses”.
El idioma, la barrera
Uno de los rumores más fuertes que circula sobre este país, es que no tienes permitido hablar con otras personas que no sean guías. Sin embargo, Grieco nos da otro panorama de lo que realmente pasa.
Afirmó que hay que lugares en los que se permite interactuar un poco más con la gente, pero que realmente esta actividad está muy restringida, aunque la principal limitante es el idioma, ya que la mayoría de los norcoreanos no domina el inglés, y los turistas casi no hablan coreano. Otro obstáculo es que los ciudadanos no están acostumbrados a la presencia de los extranjeros y existe cierto temor y desconfianza hacia ellos.
Corea del Norte, una sociedad disciplinada y controlada
La vida de los norcoreanos está organizada y controlada prácticamente desde que nacen, lo que supone una gran limitante para su espontaneidad, esto permite que el Estado controle cualquier posibilidad de revuelta, ya que es inconcebible la de idea de una rebelión o una protesta.
“Es una sociedad muy disciplinada, hiper controlada, muy organizada; me refiero a que hay una cantidad de organizaciones estatales que rigen y gobiernan la vida más íntima de las personas, desde las agrupaciones y organizaciones infantiles, como los jóvenes pioneros que también existe en Cuba. Después las organizaciones universitarias, las del partido, las organizaciones vecinales, y las de la fábrica”, declaró.
Los Kim, la dinastía que hace fascinante a Corea del Norte
Los rumores y mitos que existen sobre el país han permitido que la dinastía comunista de los Kim tenga identidad y legitimidad.
“La fascinación que ejerce también más allá de todo el mal, debido a que es la de un país totalmente anacrónico, en el que la globalización se detiene a las puertas de Corea del Norte, no hay libre circulación de personas, ni de bienes, ni de comunicaciones, es la sensación de que es un país analógico que recrea la Guerra Fría, es lo más parecido a un viaje en el tiempo.
Además de un país peligroso, amenazante, con poder nuclear, con violaciones a los derechos humanos. Es un país realmente inverosímil, extraño, anómalo y muy excepcional.”
Los mitos han generado fascinación y miedo entre las personas que han optado por creerlos que por conocer a mayor profundidad la historia de esta nación. Así, parece que la gente prefiere quedarse con las historias que parecen sacadas de una película de ciencia ficción o de una película de Anderson. Grieco nos acercó a Corea del Norte, a descifrar con ella la realidad de la ficción y nos dio otra perspectiva de un país que es temido tanto por sus ciudadanos como por el mundo, un lugar que pese a su hermetismo vale la pena conocer a través de las 150 fotografías que componen el libro En Corea del Norte: Viaje a la última dinastía comunista.
Edición: Juan Pedro Salazar y Lucero Santiago
Fotos: Florencia Grieco
Diseño: Ángel Cruz