Jueves 8 de diciembre, 20:00 horas, es el momento en que las calles de la ciudad se iluminan, los cláxones de los coches callan y todo parece esperar que el telón del escenario del Teatro Metropolitan baje para apreciar un lema: “Todos Somos Corea, Somos Arirang 2016”.
Sin ser un himno nacional oficial en Corea del Sur, Arirang es símbolo del país cuyas montañas conforman un legado de más de 500 años, es una canción que une al pueblo coreano sin importar distinción política. Así, Arirang fue la encargada de abrir el evento de aquella noche conformada por danza y música tradicional coreana.
Pero ahí, minutos antes, el Embajador de Corea en México, Chun Bee Ho, dio a conocer la maravilla del folclore coreano que ha creado expresiones culturales como la danza y las canciones populares, como lo fue en un inicio Arirang.
Arirang, Arirang, Arariyo…
Arirang gogaero neomeoganda…
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Arirang es considerada como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco (2015), sus músicos lo son pero de Corea. Aquel jueves, ambos hicieron vibrar el corazón de los mexicanos, mientras estos se deleitaban con paisajes montañosos y vestidos que hacían remontar al espectador a la época de las dinastías.
Sim Cheong, la historia de amor de una hija a su padre
Los sonidos de los tambores imitan los truenos del cielo. Las luces del escenario aluden a un océano lleno de tormentas, acompañado de movimientos de la marea.
Corea Sim Cheong, es la una de las novelas más famosas de Corea en donde se interpreta el Pansori: la historia de una hija que se sacrifica para poder devolver la vista a su padre, quien escuchó un rumor: entregar sacos de arroz a Buda le devolvería la vista.
Al término de la trama, el público aprecia un final feliz: la hija y el padre se unen nuevamente bajo los sonidos de instrumentos de viento y los coros musicales.
La historia, que conjunta comedia y tragedia, hizo que el escenario transportara al público al Palacio del Rey de la época Choson, acompañados de hanboks de colores y mujeres que aluden a las flores de loto de oriente. Aunado a la danza del Samulnori, que expresa los sonidos del trueno, la lluvia, las nubes y el viento.
Fotografia: Lucero Flores
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