El papel de la mujer asiática: entre la lucha y las costumbres

March 8, 2018
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Marcha 8 de Marzo 2018 en Corea del Sur.

Por: Aleida Guevara y Galilea Herrera

Mujeres de distintos países alrededor del mundo se han unido, con culturas e idiomas diferentes, pero todas con motivos en común: violencia, acoso y desigualdad de género. Los movimientos internacionales como Time’s Up, Me Too, y en América Latina Ni una menos; han surgido a raíz de la desigualdad entre hombres y mujeres, en distintos ámbitos como el laboral y el académico, incluso dentro de la sociedad. Pero también han resonado con mayor fuerza por el alto número de muertes perpetradas en contra de ellas, crímenes que se han denominado como feminicidios.

Hoy, en marco del Día Internacional de la Mujer, iniciamos nuestro especial mensual con un artículo dedicado a todas ellas: ¿Cuál es el papel de la mujer dentro de Asia? ¿Ser mujer en aquel continente es difícil? ¿Qué significado tuvo el movimiento Me Too del otro lado del mundo?;  preguntas que nos llevaron a darle una respuesta a lo largo de marzo, y que en su primer entrega esperamos poner en discusión el tema.

De China para Asia

Para entender a la cultura del dominio masculino en Asia debemos empezar por el confucianismo. Enseñanza filosófica y moral creada en el siglo VI a.C. en China que garantizó el sistema patriarcal, el cual proponía la fidelidad y lealtad incondicional como máxima virtud. Con una jerarquía que prioriza al gobernante, el sexo y la generación, anteponía el dominio de los hombres sobre las mujeres, fueran ellas esposas, hermanas o hijas.

“Durante siglos, la mujer en China fue considerada inferior y tratada como un bien enajenable sin ningún derecho” escribe Flora Botton Beja, investigadora del Centro de Estudios de Asia y África del COLMEX, además explica que la cultura confuciana impulsaba el decoro, la castidad femenina y la fidelidad eterna de la mujer para su marido, quien sí podía disfrutar de placeres y familias alternativas con otras mujeres.

Este tipo de pensamiento llegó también a Japón, Corea, Vietnam y otras partes del Este asiático. Por lo cual estos países comparten su visión sobre el papel de la mujer en la sociedad, hecho que hasta la primera mitad del siglo XX comenzó a transformarse gracias a las luchas femeninas.

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Movimiento de Revolución en China.

Hasta el año 1950 en China instauraron la República Popular y la Revolución Cultural que cambiaron los papeles sociales. A partir de entonces se facilitó el divorcio para la mujeres y se realizó una reforma agraria para darles derechos de propiedad, esto les permitió independizarse por primera vez de los hombres, pues antes debían ser fieles aunque el esposo hubiera muerto, además como no podían ejercer ningún trabajo remunerado, eran económicamente dependientes de ellos.

De esta manera las mujeres en China comenzaron a formar parte importante de los centros de trabajo, tanto en la ciudad como en el campo. Aunque esto no significaba que tuvieran condiciones equitativas con los hombres. Todavía en los años 80 “los salarios no eran elevados o nunca llegaban a sus manos, dada la permanencia ideológica y práctica de la figura de cabeza de familia”, explica la socióloga Amelia Sáiz López, de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Actualmente continúa la idea de que el proveedor y protector de la familia, como máximo principio de vida, debe ser el hombre. Una encuesta de solteros en China publicada por el periódico El País revela que para ellas, el ingreso de los hombres debe ser mayor para procurar un futura estabilidad. Mientras el 67% de las solteras chinas prefiere que su marido gane entre 5.000 y 10.000 yuanes, lo cual indica que estas mujeres fueron educadas para que el hombre lleve las riendas del hogar, al menos en la cuestión económica.

En estos días ser soltera todavía representa una carga social, pues las mujeres no tienen a su complemento necesario: el hombre. Tanto así que en China ser soltera a los 25 años de edad es sinónimo de “mujer sobrante”.

Por la igualdad japonesa

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Foto: Nippon.com

Las ideas confucionistas llegaron a Japón instaurando el patriarcado y quitándole a las mujeres más de un derecho. En la jerarquía familiar, la mujer ocupaba el último lugar, quedando bajo el yugo del esposo; solamente se dedicaban al cuidado de los hijos y los suegros, además de las tareas del hogar. Con la industrialización de Japón (1868-1912), las mujeres ganaron el derecho de la educación, dejando salir a las jóvenes de sus casas patriarcales para asistir a las escuelas en donde se les educaba para ser buenas esposas.

También comienzan a formar parte de la población trabajadora, pues la modernización necesitaba de mano de obra. Sin embargo, tanto las condiciones como el trato eran desiguales. Durante el año de 1911 aparecen los primeros intentos feministas con la idea de romper con la imagen de “la buena esposa y madre”, exigiendo la emancipación de la mujer, el derecho al aborto, protección a la maternidad, pero sobre todo cuestionando el sistema matrimonial.

Estos primeros pasos que deseaban encontrar la libertad femenina fueron ignorados y se desdibujaron con el inicio de la guerra. Con la Guerra de Asia-Pacífico el gobierno creó nuevas leyes, en las que en primer lugar se prohibía el aborto y en segundo, la figura de la mujer era vista como la de simple “procreadora” de venideros soldados. Además, durante la guerra miles de mujeres fueron reclutadas a la fuerza y bajo engaños por el ejército nipón para satisfacer sus deseos sexuales.

Según estimaciones de Amnistía Internacional, alrededor de 200 mil mujeres fueron víctimas de violaciones y maltratos ejercidos por el ejército durante la ocupación de Japón, de estas estimaciones sólo una tercera parte de la mujeres sobrevivieron.



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Mujeres de consuelo,1920.

Con el fin de la guerra y la derrota de Japón se inicia una nueva etapa. Se presenta una nueva constitución que permite la igualdad entre hombres y mujeres, la mujer obtiene el derecho al voto y más derechos económicos; es decir que por fin podrían tener una propiedad privada y la libertad de elegir sobre su matrimonio.  

Sin embargo, en los últimos años Japón no ha podido erradicar la brecha de género. En el 2017 cerró en el puesto 114 de 145 países que estuvieron en el estudio que realizó el Foro Económico Mundial en el tópico de Brecha de género en el mundo. El país retrocedió en el tema de la política, esto debido a los pocos puestos que ocupan las mujeres dentro del gabinete de Gobierno y en puestos ejecutivos; pero redujo la brecha económica entre hombres y mujeres, logrando una igualdad salarial en trabajos en donde ambos ejercen actividades similares.

El gobierno de Abe Shinzo no ha obtenido resultados positivos en su combate contra la desigualdad y que está resultando negativo a su eslogan: “Una sociedad en la que las mujeres brillen”. Según los datos del Informe del Foro Económico Mundial, del 334% de las mujeres que tienen un empleo se encuentran bajo contratos temporales, siendo un porcentaje alto en comparación de los hombres.

Por ese motivo los hombres japonese tienen más horas de trabajo y colaboran menos tiempo en la tareas domésticas. Las mujeres que son madres se les dificulta más continuar con un historial laboral aún cuando tienen los estudios necesarios para obtener un buen trabajo, por lo que el mercado laboral sigue siendo dominado por los varones.

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Foto: Nippon.com

Corea y las “mujeres de consuelo”

En Corea, el pensamiento de Confucio se consolidó durante la época Joseon (1392-1910). Matrimonios arreglados, preferencias masculinas y sumisión de la mujer se acrecentaron cuando Japón ocupó a Corea entre 1910 y 1945.

Las “mujeres de consuelo” eran jóvenes o adolescentes que fueron reclutadas con promesas de trabajos en fábricas o de enfermería, incluso algunas más secuestradas, para después ofrecerlas como servidoras sexuales a los soldados japoneses durante los años de la Segunda Guerra Mundial.

Estas 200 mil mujeres chinas y coreanas, principalmente, fueron explotadas sexualmente. Gracias a los testimonios de algunas mujeres que, después de muchos años, decidieron levantar la voz sobre sus casos revelaron casos en los que las jovencitas vírgenes eran asignadas como privilegio para los altos mandos militares.

En 1991 el periodista japonés Toshikuni Doi reveló una serie de historias que narraban las experiencias de estas “mujeres de consuelo”, siendo Kim Hak-sun una de las primeras en contar lo que vivió en aquella década de los años 30 y 40. Otro ejemplo es el documental The Murmuring (1995), de la cineasta surcoreana Byun Young-joo, trabajo donde se ven las declaraciones de algunas sobrevivientes ancianas que vivieron los horrores de la esclavitud sexual.

Algunos años antes ya se habían hecho intentos por denunciar estos casos. En los 70 se organizaron movimientos de denuncia pública para exigir las disculpas del gobierno coreano y japonés, al igual que compensaciones económicas a las víctimas y sus familias.

En Corea del Sur se crearon leyes para combatir la desigualdad de género en el empleo (1987), contra la violencia sexual (1993), la violencia familiar (1997) y la discriminación de género (1999).  Cada una funciona como un camino para llegar a la equidad, siempre y cuando las leyes sean respetadas en la práctica cotidiana.

El gobierno surcoreano anunció recientemente el aumento en las penas por abuso sexual en el trabajo, castigando a los abusadores de 2 a 5 años por acoso y de 5 a 10 años por violación; anunció la Ministra de Igualdad de Género y Familia, Chung Hyun-back.  Todo esto tras la serie de denuncias que han surgido con el movimiento #MeToo y que puso en la mira a más de un personaje público por agresiones sexuales y acoso. Las denuncias que comenzaron en lo político y en el cine se han extendido a universidades, por lo que cada vez son más las mujeres que han tomado el valor de denunciar y hacer público su caso.

Las mujeres se apoderan de las calles

Reunion de mujeres en Corea del Sur,¿ con carteles del movimiento Me Too. Fuente: Korea.net

Este 8 de marzo de 2018, las mujeres salieron a las calles para protestar en favor de la equidad salarial y educativa, en contra del acoso sexual y la violencia de género. En Seúl y Filipinas se unieron al #MeToo denunciando los abusos sexuales; en Tokio alzaron la voz para pedir la igualdad en diversos ámbitos de la vida cotidiana; en Bangladesh marcharán las mujeres de las fábricas a causa de la explotación y discriminación laboral; las empleadas domésticas alzaron la voz en Hong Kong.

La lucha por mejorar y equilibrar las condiciones de las mujeres en el mundo, en Asia del Pacífico y en Corea del Sur continúa su camino. ¿Cómo enfrentan las mujeres que viven en Corea del Sur a los problemas de género en la vida cotidiana? Si quieres averiguarlo no olvides leer la próxima edición del especial, donde te contaremos sus historias.