ESTACIÓN ZOMBIE: ¡(IN)SENSATEZ, SENTIMIENTOS… Y ZOMBIES!

Estación Zombie es un filme realizado en el molde de los blockbusters norteamericanos pero aderezado con un comentario social que en este caso resume las recientes ansiedades generadas por la administración de la ahora depuesta presidente Park Geun-hye, con su manejo a las catástrofes del hundimiento del ferry Sewol y la epidemia desatada por el síndrome respiratorio del medio oriente en 2015″

Por Jorge Grajales *

Seok-wu es un gestor de fondos tan inmerso en su trabajo que no pone la atención necesaria a su pequeña hija Su-an. En el día de su cumpleaños lo más anhelado por ella es visitar a su madre – de quién se ha divorciado Seok-wu – que vive en Busan. Accediendo a su petición, padre e hija se embarcan en el súper tren de alta velocidad KTX al momento que se desata una epidemia zombie por toda la ciudad. Cuando menos lo esperan, la infección se propaga entre los pasajeros del expreso ¿Podrán Seok-wu y Su-an escapar del ataque zombie y lograr llegar sanos y salvos a Busan?

Durante lo que va de este siglo, el zombie surgido de La Noche de los Muertos Vivientes de George A. Romero se ha posicionado como el monstruo favorito del cine, en el cual se articulan las ansiedades de la época, sirviendo como metáfora de estos tiempos post-modernos globalizados. Así, al tiempo de ser asimilado por diferentes géneros –como la acción o la comedia romántica– y transitar por diferentes tonos, cada vez más países comenzaron a desarrollar sus propias narrativas zombies: De Grecia a Israel, de Sudáfrica a nuestro propio México.

En Corea del Sur, a pesar que la primera película de zombies se realizó en 1981 (A Monstrous Corpse / Goeshi de Gang Beom-gu, un velado remake del filme hispano-británico Let Sleeping Corpses Lie de Jorge Grau) el personaje ha tenido pocas incursiones en su filmografía, apenas visto nuevamente en la antología de 2010 realizada por cuatro directores The Neighbor Zombie y en el filme de 2015 Zombie School de Kim Seok-jung. Pero con Estación Zombie (Train to Busan / Busanhaeng), su director Yeon Sang-ho no sólo ha logrado darle una digna entrada al canon fílmico zombie de su país, sino también a darle una bocanada de aire fresco al género en su conjunto.

Yeon Sang-ho – haciendo su transición del largometraje animado a la dirección de actores de carne y hueso – no es un extraño al tema, su película anterior Seoul Station (Seoulyeok) detallaba ya como se expandía la epidemia vista en Estación Zombie, anclándolo también en una trama filial similar donde, en pleno caos zombie, un padre busca desesperadamente a su hija que ha recurrido a la prostitución para poder sobrevivir, dotando al filme animado con su característica visión lacerante y pesimista de la humanidad, tocando temas resonantes de hoy día (bullying escolar, abuso en nombre de la religión y la necesidad humana de creer en una divinidad, la situación de abandono a los indigentes) continuando así su crítica mordaz a instituciones como la escuela en El Rey de los Cerdos (The King of Pigs / Dwaejiui Wang), la iglesia en La Estafa (The Fake / Saibi) y el gobierno y el ejército en la citada Seoul Station. Y aunque no tan directo en su crítica ni poblado por seres tan moralmente despreciables como en sus filmes previos, Estación Zombie retiene mucho del espíritu trágico y nihilista del director.

Si hay algo que llamará inmediatamente la atención de esta película es la manera en que Yeon Sang-ho fusiona los clichés del género de zombies con los del melodrama. Por supuesto, que el director no está inventando ni el hilo negro ni el agua tibia, recientemente Henry Hobson lo había hecho (fallidamente) en Maggie, filme del 2015 donde Abigail Breslin era infectada por la plaga zombie sin nada que su padre Arnold Schwarzenegger pudiera hacer para salvarla más que mantenerse a su lado, mientras que en la película de la región sur de la India Miruthan – también de este 2016 – su director, Shakti Soundar Rajan, inyecta la narrativa del apocalipsis zombie con los elementos característicos de la zona: música, emociones desbordadas y héroes a un paso de convertirse en superhéroes. La principal diferencia radica en cómo Corea del Sur ha articulado el melodrama incorporándolo a la gran mayoría de su discurso cinematográfico, convirtiéndose en una categoría definitoria de su cine.



“Corea del Sur ha articulado el melodrama incorporándolo a la gran mayoría de su discurso cinematográfico, convirtiéndose en una categoría definitoria de su cine”

Hay que tener en cuenta que la sensibilidad melodramática ha sido una constante del cine coreano, siendo un reflejo no solo de los sitios de rápida transformación social en donde se dramatizan temas centrales a esos cambios, sino también a la expresión de un sentimiento nacional conocido como han, una actitud que se caracteriza por encapsular los lamentos tristes de la persecución y una resignación total a ello. Basta echar un vistazo a la experiencia vivida de Corea del Sur como nación durante el siglo XX para entender el sentido del han: Del colonialismo japonés a la partición en dos del país durante la guerra de Corea hasta llegar a las férreas dictaduras; en todas estas etapas la constante fue la privación, la miseria humana y los desplazamientos masivos que acabaron separando familias y dejando al individuo devastado.

Así, aunado por un lado al shinpa, una forma teatral japonesa traída durante la colonización que se caracterizaba por tener narrativas derrotistas con finales tristes y luego al melodrama hollywoodense importado durante la ocupación norteamericana, el sentimentalismo desbordado se fue integrando de manera orgánica a las narrativas cinematográficas coreanas, como un  reflejo de lo vivido, incluyendo por supuesto al cine de horror. Ya en uno de los primeros filmes del género realizados en Corea se daba muestra de ello: La primera versión de A Tale of Two Sisters (Janghwa, Hongryeon) realizada en 1924 y basada en un conocido relato de folclor coreano. Por otro lado, una de las películas más importantes de la cinematografía coreana y que se inscribe también dentro del género de horror es The Housemaid (Hanyeo) de Kim Ki-young, que en el fondo es un melodrama gótico que no ha dejado de ser copiado en Corea.

Si bien en primera instancia Estación Zombie remite a El Expreso del Miedo (Snowpiercer / Seolgugyeolcha), la adaptación de Bong Joon-ho a la novela gráfica francesa sobre la lucha de clases que se da en un tren con los últimos sobrevivientes del mundo, en una revisión más a fondo, vemos que comparte un nexo más cercano con otra cinta de Joon-ho: El Huésped (The Host /Gweomul), en ambas historias se trata la relación entre un padre no muy ejemplar y su hija en medio de una crisis desatada por un monstruo. Otro antecedente similar que resalta este híbrido entre melodrama, horror y thriller lo tenemos en The Flu (Gamgi), filme de 2013 de Kim Sung-soo que se asemeja a una película de pánico zombie sin zombies, en donde una epidemia mortal de gripe H5N1 se disemina rápidamente en la ciudad de Seongnam al grado de decretarla en cuarentena, al tiempo  que la viróloga In-hye trata de proteger a su hija de la cual se ha separado.

Al igual que las películas anteriores, Estación Zombie es un filme realizado en el molde de los blockbusters norteamericanos pero aderezado con un comentario social que en este caso resume las recientes ansiedades generadas por la administración de la ahora depuesta presidente Park Geun-hye, con su manejo a las catástrofes del hundimiento del ferry Sewol y la epidemia desatada por el síndrome respiratorio del medio oriente en 2015. Con guiños que van de La Noche de los Muertos Vivientes a Guerra Mundial Z y enraízado firmemente en la tradición del melodrama típicamente coreano, Yeon Sang-ho logra lo que la serie The Walking Dead no ha logrado en temporadas: Sacudir y estremecer en una trepidante cinta que da continuos giros y vueltas hasta el momento final – como imitando los cuerpos maltrechos de sus veloces zombies – con los habituales grandes valores de producción encontrados en el cine coreano contemporáneo, destacando aquí la fina labor de edición. Una montaña rusa de emociones desbordadas (maximizadas en la experiencia cinematográfica de 4DX, tecnología desarrollada por la productora coreana CJ Entertainment) que explora la insensatez de la mentalidad de la turba, el sentimiento filial dentro de una sociedad con valores confucionistas y los elementos característicos en el cine de zombies. Y es que a todas luces, los zombies de Estación Zombie no solo van por tu cerebro, también quieren estrujar tu corazón.

*Jorge Grajales es programador, difusor y especialista en cine y cultura popular asiática. Conductor de la emisión Hacia Asia en Circo Volador Radio
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Fotografías: 4DX México

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